Unos mil venezolanos esperan entrar a Perú antes de exigencia de pasaporte. (Reuters)
Unos mil venezolanos esperan entrar a Perú antes de exigencia de pasaporte. (Reuters)

Impresiona la avalancha de comentarios xenófobos que circulan en redes sociales como respuesta inicial a la migración venezolana. En este contexto, algunos personajes intentan capitalizar políticamente el descontento de la población, popularizando el mito de que “los venezolanos quitan trabajo”.

Para entender mejor la situación que enfrentamos, y de paso que no nos cuenten cuentos, es necesario revisar la evidencia empírica disponible. Así, expondré algunos datos publicados en el documento Migración y Desarrollo (2016) del Banco Mundial.

En él, se aprecia que el efecto más claro de la inmigración en los países de destino es el incremento de la oferta laboral. Esto permite que países como Perú, que enfrentan escasez de mano de obra no calificada y calificada, suplan necesidades de varios sectores de la economía.

Por ejemplo, en EE.UU. el 16% de la fuerza laboral está compuesto por inmigrantes, de los cuales el 60% se desempeña en la agricultura y la construcción. De forma similar, en el Reino Unido, Suiza y Canadá, más de un tercio de científicos, docentes de ingeniería y médicos nacieron en el extranjero.

La evidencia prueba que la migración genera en neto impactos fiscales positivos en los países de destino a largo plazo. Esto se debe a que los trabajadores jóvenes que comienzan a trabajar pagan impuestos y contribuyen a los sistemas de pensiones (OECD, 2013).

En consecuencia, querido lector, es posible afirmar que el nivel de xenofobia de una persona (ej. Belmont) es inversamente proporcional al conocimiento y, sobre todo, entendimiento que tiene sobre la evidencia empírica acerca de la migración. La xenofobia es inaceptable, pero la falta de análisis y comprensión sobre la situación, también lo es.