(USI)
(USI)

Ahora que el referéndum reformista parece ineludible, surgen quienes afirman que si hay un tema de peso que se debería incluir, este sería el cambio al voto voluntario. El argumento central de esta postura es que de esa manera dejarán de votar los “desinformados”, los “indiferentes” y los “manipulables en cola”, por lo que la representación política mejorará. No estoy tan seguro de eso.

¿Solo votarán los más informados e interesados? Lo del Reino Unido con el Brexit y lo de Colombia con el referéndum sobre las FARC, por dar dos ejemplos, no lo demuestran. En ambos casos tuvieron resultados que contravienen lo que la mayoría de gente realmente quería.

En Chile, el voto facultativo se aplicó por primera vez en las municipales de 2012 y desde esa fecha el debate sobre el retorno al voto obligatorio no ha cesado, pues ahora más de la mitad del país ha dejado de votar. La sensación es que las autoridades han perdido legitimidad. Creo que en Perú sucedería lo mismo, y eso que nuestra institucionalidad y participación política están a años luz de las de los vecinos del sur.

¿Quiénes no irían votar? Seguro los más pobres, los que no pueden dejar de trabajar ese día o los que tienen que gastar más tiempo y dinero para hacerlo. Además, los partidos políticos con redes clientelistas extendidas y más recursos se encargarán de movilizar a su gente. Tengan por seguro que les pagarían movilidad y propina. Eso, inevitablemente, distorsionaría todo y generaría en el corto plazo más desconfianza en nuestro sistema político.

De los 36 países OCDE, solo 5 tienen voto obligatorio, pero no es lo mismo el voto voluntario en un país desarrollado que en una democracia como la nuestra. Por eso me parece algo torpón afirmar que el voto facultativo es receta segura para el Perú.