Alianza Lima goleó a Comerciantes Unidos y sigue como líder del Torneo Apertura. (Foto: Facebook Alianza Lima)
Alianza Lima goleó a Comerciantes Unidos y sigue como líder del Torneo Apertura. (Foto: Facebook Alianza Lima)

Terminado el Mundial, muchos nos preguntábamos cómo sería volver a ver y convivir con la realidad de nuestro fútbol, con la Copa Movistar y su día a día. Se jugó la fecha 7 completa y la realidad nos sacudió. Hay un abismo, pero no solo en el juego, principalmente en la organización. Partiendo de lo más elemental, los campos de juego. Jugar al fútbol en el estado de las canchas de Huancayo, el Callao o Ayacucho, por citar a las que peor vi, es muy difícil.

Justamente este problema del mal estado de los campos, aun cuando es un tema atendido por la FPF, nos lleva al primer gran tema futbolístico. El ritmo de juego, la intensidad, la velocidad y la dinámica con la que se juega nuestro torneo. Ya la selección nos demostró que el futbolista peruano puede jugar a otro ritmo. Araujo y Corzo en esta fecha volvieron a marcar diferencia como jugadores de selección, claramente están en otro nivel. Pero es imperativo que el resto de equipos y futbolistas mejoren en este aspecto fundamental.

El mal estado de los campos es un factor determinante para el juego cuando se tiene la pelota. Ahí se puede entender que a veces no se pueda jugar a uno o dos toques, como exige el fútbol de hoy. Sin embargo, la cancha no tiene nada que ver con la poca intensidad que existe para recuperar la pelota. Se marca mirando, sin agresividad ni sentido de urgencia. Apenas Alianza y Cristal por momentos se mostraron determinados para recuperar la pelota, sobre todo los jugadores del mediocampo y los de ataque.

La gran lección que nos dejó el Mundial es que el futbolista peruano tiene la capacidad de llevar su fútbol al más alto nivel. Con compromiso, profesionalismo, disciplina y determinación. Si ese ejemplo no se traslada al torneo local como un virus y se genera un efecto contagio, lo del Mundial será simplemente un hermoso recuerdo muy difícil de repetir. Es un reto que pasa por todos los actores de nuestro fútbol, dirigentes en lo organizativo, técnicos en la exigencia y la propuesta y futbolistas en la disciplina y determinación.