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Redacción PERÚ21

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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

Como bien resumió el ex presidente Ricardo Lagos, la disputa central es cuál de los derechos debe primar: el del ciudadano o el del estado. Los primeros, anteponen las libertades del individuo; los segundos, sostienen que el estado tiene el derecho de exigirle a sus ciudadanos quién debe representarlos.

Una de las razones de los segundos es el masivo desinterés por parte de los ciudadanos. En Chile, la primera vuelta gozó de un absentismo poco mayor al 50%; en segunda vuelta, llegaría al 53%. Valgan verdades, pareciera que el absentismo es una de las realidades del voto voluntario: en las elecciones colombianas del 2010 se situó en 56%, en la inglesas del 2010 en 35%, en las españolas del 2011 en 29% y en las alemanas del 2013 en 27%. Alguno deducirá que los países desarrollados tienen menores niveles de absentismo; no es así: en las últimas elecciones venezolanas el absentismo se ubicó en 21%.

Tal vez otra sea la más importante realidad del voto voluntario: según el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, más de 95 países alrededor del mundo ya practican dicho derecho. Y en aquellos que aún se resisten, cada vez son menos los que imponen, como Perú, sanciones a quienes no acaten la obligatoriedad del voto.

Algo que no se toma en cuenta es que los resultados (entre quienes practican el voto voluntario) irán modificando el comportamiento de los electores respecto al proceso. Por ello, no deberíamos saltar a conclusiones luego de tan solo un ejercicio.

Es propicio el momento para que esto se debata localmente; ojalá despierte el interés de los parlamentarios.