(Foto: GEC)
(Foto: GEC)

Una vez más, Cerrón muestra su talante autoritario y ahora violento, que no respeta la democracia y menos el Estado de derecho, que justamente le permitió a su partido ser gobierno y tener la primera mayoría parlamentaria, paradójicamente.

No conforme con la mediocridad de su gobierno y los escándalos de corrupción, ahora pretende enviar mensajes políticos, amenazándonos a todos de que, si no nos alineamos a sus ambiciones totalitarias, estas se van a imponer por una vía no pacífica, aludiendo al uso de la violencia.

Esto es una afrenta al país, que vivió en las últimas décadas del milenio pasado la historia más cruenta de una espiral de violencia genocida y demencial, a causa de Sendero Luminoso y el MRTA, que enlutaron a miles de familias, justamente con discursos de odio como los que acaba de expresar Cerrón, con total desparpajo y temeridad; por esto la condena pública debe ser unánime.

Claro, Cerrón se siente empoderado porque tiene la patente de corso para que oficiosamente represente a este gobierno desastroso; por eso se arroga estas ínfulas de poder y bravuconería para intimidar al país. Ante la falta de liderazgo e ineptitud de Pedro Castillo, prácticamente abdica del poder y nos pone a este personaje siniestro.

Y aquí es donde tenemos que centrarnos, porque Cerrón es un delincuente, sentenciado por corrupción, que no purga cárcel por una leguleyada que le redujo la pena privativa de libertad en un mes, pero que claramente tiene restricciones como la comparecencia restringida y el cumplimiento irrestricto de las reglas de conducta, que evidentemente, con estas declaraciones, estaría infraccionando, por sedición.

Por tanto, es hora de que la Fiscalía accione inmediatamente las medidas judiciales correspondientes, para que entienda este anarquista que, en democracia, las leyes se han hecho para respetarlas y cumplirlas. La pregunta al presidente es: ¿la patente de corso que ostenta Cerrón es para delinquir?