(Foto: César Bueno /@photo.gec)
(Foto: César Bueno /@photo.gec)

Ya sé que en el Perú puede pasar de todo, pero ayer leer un editorial de La República acusando al fiscal Vela de cómplice “golpista” de Merino fue demasiado lisérgico. No soy fan de Vela y su equipo. Creo que han cometido muchos excesos con las cárceles preventivas, han imputado delitos muy serios como lavado de activos a lo que solo eran aportes ilegales de campaña, han direccionado a la opinión pública con oportunas y convenientes filtraciones, han sido selectivamente duros con solo algunos grupos políticos, han caído en el protagonismo exhibicionista mediático, han jugado en pared con una ONG y determinados periodistas, han formulado abiertamente declaraciones políticas cuando a ellos no les corresponde hacer eso, han tomado represalias contra varios críticos, están siendo muy lentos en armar sus denuncias y han pretendido clausurar partidos políticos, entre varios cuestionamientos (lo más lamentable es que han hecho todo esto con el aplauso de la mayoría de los medios, que claudicaron de la debida distancia crítica que siempre deben mantener con este tipo de funcionarios).

Todos esos reparos se les pueden hacer al equipo, pero tildarles de ser unos “golpistas” a favor de Merino por haber logrado establecer un muy probable circuito de corrupción en torno a Vizcarra es una soberana estupidez. Está bien que un coleguita sea la luz del sur que alumbra judicialmente a LR, pero últimamente está soltando aún más disparates electrizantes, como este de “golpistas” o que el TC ha fallado así para favorecer a Ántero o que Vela es culpable solo por haber ido a una reunión social.

Comprendo que el coleguita ande picón con el equipo porque dejaron de filtrarle exclusivas y que sea tan “zoraidista” o que LR esté tratando como sea de impedir una inminente prisión de su Vizcarra, pero no pueden soltarnos cualquier brulote. ¡Menos en editoriales!

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