La popularidad del mandatario cayó tres puntos porcentuales a comparación con el sondeo de principios de mes. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / GEC)
La popularidad del mandatario cayó tres puntos porcentuales a comparación con el sondeo de principios de mes. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / GEC)

Desde que el presidente planteó el adelanto de elecciones generales, sectores de la población y de la política lo han considerado un mártir que, haciéndonos el favor, se sacrificará recortando su mandato para llevarse con él al Congreso obstruccionista. Sin embargo, el presidente no es un mártir ni un estadista, sino un ilusionista.

La última encuesta de Ipsos muestra que Vizcarra tiene un 54% de aprobación. Y aquello no se debe a que su gobierno sea bueno, puesto que en economía y seguridad ciudadana es paupérrimo, sino a que Vizcarra ha sabido aprovechar todos los errores de la oposición y se ha posicionado como el ‘anti’ que muchos grupos anhelaban. Por un lado, el presidente se ha caracterizado por obedecer, en vez de escuchar, a la opinión pública en casi todas sus medidas: no reelección de congresistas, adelanto de elecciones y frenar Tía María. Todas esas medidas populares, pero con efectos nocivos han sido tomadas por el presidente gracias al clamor popular.

Por otro lado, Fuerza Popular es el adversario que cualquier populista desearía, porque su torpeza es hasta cómica. Primero, sabiendo que la opinión pública los considera autoritarios y obstruccionistas, hablan de interpelaciones y vacancias, agravando su reputación y fortaleciendo a un Vizcarra victimista. Y, segundo, han permitido que Vizcarra los utilice ante la población como los culpables de todo.

Entonces, el adelanto de elecciones no es un sacrificio digno de admirar, sino un camuflaje a la torpeza del gobierno en sectores importantes. Porque si Vizcarra renuncia, su legado será invisible. En cambio, si adelanta elecciones y las pinta como sacrificio, termina siendo el héroe que acabó con FP.
En política, todo es cuestión de perspectiva, y Vizcarra sabe cómo dirigir la mirada de la ciudadanía.

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