Todo parece indicar que esa luna de miel que los gobernantes gozan en sus primeros meses en el poder ha terminado para Martín Vizcarra: las idas y venidas con el ISC y el Impuesto a la Renta, la germinación de una serie de movilizaciones –tanto en Lima como en el interior del país– y los primeros roces políticos le han demostrado al presidente Vizcarra que el trabajo que se le ha encargado no es nada menos que el más difícil de este país.

Algunos han dicho que Vizcarra debería dedicarse a gobernar más –en el sentido más estricto: despachar con sus ministros– en lugar de estar viajando tanto. Esto bajo la lógica de que viajar es un acto populista y para la tribuna que no tiene mayores consecuencias ejecutivas. Otros reclaman que el presidente debería terminar de señalar cuál es el camino que su gobierno seguirá hasta 2021 y en qué empresas se embarcará para lograr cambios sustanciales.

La cuestión, en resumidas cuentas, es que el presidente está en un punto de inflexión que definirá la calma con la que su gobierno navegará por el resto de este mandato. Ahora: el gobierno de Vizcarra no solo es nuevo, sino que, bien que mal, ha tenido que ser armado sobre la marcha frente a una situación sin precedentes en nuestra historia republicana. Eso, sin embargo, será solo una anécdota a la hora de emitir un juicio de valor sobre su desempeño.

No todo es nube negra para Vizcarra, cabe recalcar. En 15 días, Perú empezará a jugar el Mundial de fútbol en Rusia –con Paolo más– y cualquiera que diga que ese no va a ser un shot de anestesia para todos los problemas del país desconoce el poder cósmico del fútbol. Dicho esto, el gobierno de Vizcarra debería aprovechar al máximo este “segundo aire” de luna de miel que Rusia 2018 representa para preparar un plan de acción ejecutivo e inmediato.

Y este plan no debe contener solo medidas ejecutivas. En política, el fondo es tan importante como la forma. El plan debe estar tan bien explicado a todos los peruanos como sustentado técnicamente. De ese modo se podrán mover fichas desde el Ejecutivo sin sentir el golpe del rechazo –muchas veces desinformado– de la presión en las calles. Los dragones no están lejos, presidente. Así que a trabajar duro y parejo que hay harta chamba por hacer y es para ayer.