Entrega de donaciones por parte de la Municipalidad de La Victoria (Foto: Renzo Salazar).
Entrega de donaciones por parte de la Municipalidad de La Victoria (Foto: Renzo Salazar).

“El país se llama Perú, pero se apellida Cultura”. Así terminó una charla de TedTukuy el ex primer ministro y ministro de Cultura, Salvador del Solar. En ella recordaba que, por nuestro extenso patrimonio cultural, somos una potencia mundial. A esta riqueza cultural tenemos que sumarle una conducta solidaria y un mayor conocimiento para llevar nuestra cultura a otro nivel.

La crisis sanitaria ha evidenciado la necesidad (y falta) de una cultura solidaria, cívica y empática en nuestra sociedad; sin ella los contagios solo aumentarán. Las aglomeraciones siguen siendo focos de contagio. Por ello la estrategia para aplanar la curva ha sido el distanciamiento social; sin embargo, eso no significa que podemos enfrentar mejor el problema de manera individual. El distanciamiento social es una medida que solo se puede tomar en sociedad. Como dice el filósofo español Fernando Savater: “Las muchedumbres son peligrosas, las sociedades son seguras. Y es la solidaridad la que convierte a una muchedumbre en una auténtica sociedad humana”.

Si buscamos disminuir la vulnerabilidad de los demás, ellos disminuirán la nuestra. Va desde no salir de casa hasta seguir sencillas normas de convivencia como respetar las reglas de tránsito, no acaparar recursos que todos necesitamos y no ser corruptos ni corromper a los demás. De nuevo, parafraseando a Savater, la solidaridad es incluso una forma de egoísmo inteligente, es mejor para nosotros, es más seguro y cómodo que vivir en una sociedad donde no se piense más que en sí mismo, incluso a costa de los demás.

De esta cultura solidaria dan ejemplo quienes enfrentan el virus en primera línea, médicos, enfermeras, policías, militares, personas que trabajan en supermercados, algunas personas del gobierno, entre otros. Pero también ha habido aquellos que no han respetado nada, incluso y sobre todo algunas autoridades que han sido corruptas y han robado en el momento más crítico.

Se habla de una guerra contra un enemigo que no podemos ver, pero no estamos en guerra. El virus no es un enemigo bélico, es un peligro, y es con el conocimiento como mejor podemos enfrentarlo. No sabemos si luego vendrá otra variante del virus, o uno nuevo o qué peligros más tendremos que afrontar, pero sí sabemos que la ciencia es nuestra mejor apuesta. De ella nos tenemos que guiar.

Pero también del arte: una canción que escuchas una y otra vez, un libro que no quieres que acabe, una película sobrecogedora, una serie entretenida, una obra de teatro, una pintura, nos han mantenido cuerdos. Esta pandemia nos ha movido el piso. Sumemos la visión de cultura a la discusión sobre mecanismos para salir adelante, vivir en sociedad y no en muchedumbres contagiosas.