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Redacción PERÚ21

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Guido Lombardi,Opina.21glombardi@peru21.com

Como en la canción de Juan Luis Guerra, es un pasaporte para soñar. Siempre y cuando seamos capaces de asumir todos juntos la tarea, sin caer en niñerías sobre si el Estadio Nacional es o no adecuado para tal evento.

Podemos, por ejemplo, soñar con una Lima más segura y ordenada. Con modernas redes viales que permitan el desplazamiento y hoteles que hagan posible el hospedaje de los 75 mil turistas que nos visitarán para la ocasión.

También habrá que alojar a los 6 mil deportistas participantes en una Villa Deportiva digna de tal nombre, pensada de modo que después pueda ser utilizada por estudiantes como alojamiento permanente. Además, deberán construirse desde cero los escenarios para deportes que no se practican en el Perú como el hockey, el rugby y el patinaje.

El esfuerzo económico será gigantesco (cercano a los mil millones de dólares solo en inversión pública), pero como señala la OMS, por cada dólar invertido en deporte se generan beneficios equivalentes a 8 dólares.

Sin embargo, si queremos tener éxito, el principal esfuerzo no será el financiero sino el organizativo. Aquel que nos permita promover la práctica deportiva, detectar el talento existente y capacitarlo con profesionales de primera calidad.

En el medallero histórico de los Juegos, el Perú aparece en el puesto 18 con solo 5 medallas de oro (de un total de 3,845 entregadas), muy por debajo de Colombia (81), Chile (40) y Ecuador (21), pero por delante de Surinam, Guyana o Bermudas. Ese es el principal desafío a superar.

Hay en el Perú cerca de 8 millones de jóvenes que tienen hoy entre 9 y 20 años, todos ellos potenciales participantes de los Juegos, a los que debemos comenzar a mirar si queremos que al éxito propagandístico se sume el deportivo.