VIOLENCIA. Venezuela, segunda en el mundo con más homicidios. (AFP)
VIOLENCIA. Venezuela, segunda en el mundo con más homicidios. (AFP)

Hace poco apareció la lista de las 50 ciudades más violentas del mundo. Tijuana, en México, ostenta el primer puesto. Perú no aparece. Sí, México, que se lleva la palma. También Venezuela, Brasil y Colombia y, entre los países del “primer mundo”, solo aparece Estados Unidos, que cuenta con cinco ciudades –¡el 10% del total!–. Ninguna otra potencia mundial, ni país europeo o asiático aparece.

En España, cuyo número de asesinatos y homicidios es de los más bajos del mundo, estamos en plena campaña electoral. Es decir, en el momento en que los partidos empiezan a elucubrar ideas con las que atraer el voto. Hay uno que acaba de tener la ocurrencia de proponer una reforma legal que avale el uso de armas de fuego en el domicilio, como medio de defensa ante posibles agresiones. Cuando la demagogia sustituye a la inteligencia, tenemos estos resultados: se olvida que el monopolio del uso de los medios de fuerza lo debe ostentar el Estado, sin necesidad de convertirnos a todos en “huachimanes” de nosotros mismos, mediante el uso de armas. Armas que, estadísticamente hablando, son más causa de –mortales– accidentes domésticos, que efectivos medios de defensa.

Entonces se recurre a otro argumento igualmente demagógico: no es justo que quien se defiende en su propio domicilio de las agresiones de delincuentes se vea en juicio por haber matado a los asaltantes. Pues bien, salvo que se instale la ley de la selva, el que se ventile en juicio qué fue realmente lo que sucedió: si “usó” o “abusó” de la legítima defensa, es expresión del imperio de la ley. Si lo que falla no es la ley, sino la interpretación de la norma por los jueces en casos puntuales, entonces, además de probar “el problema”, convendrá buscar otras soluciones que no se aboquen a la mera violencia por la violencia.

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