(MarioZapata/Perú21)
(MarioZapata/Perú21)

Lima es una ciudad de diez millones de habitantes, con largas distancias que recorrer, con gente en las laderas de los cerros que debe bajar entre las rocas para tomar uno, dos o tres carros para viajar una, dos o tres horas hasta llegar a su destino.

Además, miles de autos particulares, miles de vehículos de movilidad escolar, miles de motos, miles de taxis autorizados por la municipalidad y otros miles de aplicación arrancan sus motores simultáneamente para salir todos a la vez de sus casas a sus destinos. Como si una campana gigante sonara y toda la ciudad saltara de sus camas.

Ni hablar de los choferes del transporte público, que para salir a las cinco de la mañana simplemente duermen en el carro y luego de lavarse la cara se sientan y arrancan sus motores; todos a la vez.

¿No es lógico que si todos salimos simultáneamente nos hagamos un nudo y nadie pueda llegar a ningún lado? La respuesta es: ¡claro que sí!
Salvo las tiendas comerciales, que abren a las diez de la mañana, todos entramos a las ocho de la mañana. Ese es el horario estipulado en líneas generales para toda la población. Pero ¿qué pasaría si tuviéramos horarios diferenciados?

1. No todos saldríamos a la misma hora formando masas humanas compactas en las calles.

2. Podríamos acceder a servicios que en la actualidad solo se nos ofrecen a la misma hora en la que estamos en nuestros centros de trabajo o estudio.

3. Podríamos realizar todos aquellos trámites y gestiones que requieren nuestra presencia física sin faltar al trabajo y sin que colisionen nuestros horarios.

4. Los camiones entrarían a la ciudad a retirar y traer mercadería en horario nocturno.

¿Será posible que en un acto de civilización nos pongamos de acuerdo para no salir todos a la vez?

Tal vez, con un simple cambio de horarios, podríamos lograr que cambiaran algo las cosas y perdiéramos menos tiempo atrapados en el tráfico.

TAGS RELACIONADOS