(GEC)
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Noche para la infamia. Una medida tan impopular y costosa políticamente, entre gallos y medianoche, solo puede ser consecuencia de una mugre monumental. Situación similar pasó la última noche de 1999 cuando, a pocas horas de terminar el siglo, un JNE corrompido por los pagos de Montesinos anunció que permitiría la reelección ilegal de Alberto Fujimori. 

La excusa de que la separación de los fiscales JDP y Vela se debe a una nueva estrategia fiscal es absurda. Lo mismo con el argumento sobre su falta de diligencia, menos si se les compara con las falencias que ha mostrado la acción fiscal en el pasado. Y el argumento de que se ha vulnerado la jerarquía funcional es un cuento tan necio como el del indulto a Fujimori en Navidad. Vergonzoso. Las razones que han llevado al fiscal Chávarry a jugar este triste papel serían otras bastante más oscuras, aunque no por eso menos evidentes. Solo miren quiénes celebran y sigan la pista.

El asunto de fondo no es la defensa personalista de los fiscales expectorados, sino que se pone en riesgo el acuerdo recién cerrado que obliga a Odebrecht a facilitar información, pruebas, cuentas y nombres que involucren a políticos, funcionarios públicos y empresas en TODOS los casos de la trama Lava Jato en Perú. Esto no solo se trata de los casos a cargo de JDP, sino de una evidente obstrucción de la justicia que también afecta a los casos de otros fiscales. Por eso resulta tan ridículo leer a columnistas y escuchar a políticos celebrar esto como una victoria... ¿de qué victoria pueden estar hablando?, ¿la de la impunidad?

Lo que no han calculado es que este no es un tema limitado a los nichos políticos de siempre, sino masivo y popular. El Perú entero ha seguido esta saga y difícilmente dejará pasar esta vergüenza nacional. Esto recién comienza.

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