El resultado electoral del 15 de octubre para elegir a los gobernadores regionales mostró una derrota de la oposición y, también, un triunfo del chavismo. Aunque el oficialismo (como Gran Polo Patriótico-GPP) ganó 18 gobernaciones (78%) y la oposición (Mesa de Unidad Democrática-MUD) cuatro (17%), quedando una por definir, las votaciones totales muestran una menor diferencia: 54% para el chavismo y 45% para la MUD. Ciertamente, la confirmación de las circunscripciones electorales también explican estos resultados. Sin embargo, hay que resaltar que el GPP solo mantuvo su votación (5.6 millones), pero la MUD obtuvo 4.9 millones de votos, perdiendo más de 2 millones de los obtenidos en la pasada elección congresal (AN) de 2015.
Todo comenzó cuando el gobierno de Maduro consiguió que la MUD participara en estas elecciones de gobernadores –convocadas por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC)–, lo que la legitimó. Siguió la derrota de la MUD y la débil denuncia de fraude: “No en el día de las elecciones sino de antes”. A lo que se añadió, lo más importante, el juramento de sus cuatro gobernadores elegidos ante la ANC, legitimándola sin tapujos, produciendo un despelote en la oposición y el inicio de su fraccionamiento.
La MUD se creó en 2008, una alianza de 9 organizaciones, pero sobre la base de la unidad de dos antiguos partidos, Acción Democrática-AD y del COPEI (parecidos al Apra y el PPC). A lo que se sumaban variopintos grupos (hasta “Bandera Roja”, ultracomunista) y otros que se reconocían más por el nombre y personalidad de su líder. Los gobernantes de la MUD que juramentaron ante la ANC eran todos de AD, cuyo líder, Henry Ramos Allup, es el presidente en funciones de la Asamblea Nacional. Enrique Capriles y María Conchado, destacados líderes de la MUD, ya renunciaron, acusando a Ramos de esta capitulación. Los siguen otros. Regalo a Maduro.