Vendiendo tus acciones. (BBC)
Vendiendo tus acciones. (BBC)

Me refiero a tus conductas; en primer lugar, aquello que miras. Y si lo miras intensamente, mejor. Y si lo miras largo tiempo, de primera. Y si logras que otros hagan lo mismo, compartiéndolo, lo máximo.

Supongo que ahora mismo no estás solamente leyendo este texto. ¿Sí? ¡Qué aburrido! Una ojeada a la pantalla de tu celular, música en el fondo, un recorrido por alguna otra página web o, si te encuentras en la oficina, lidiando con una hoja de cálculo. La estática nuestra de cada día, mientras nuestros minutos se pierden o se acumulan o se intercambian.

Lo que hacemos en y con esas unidades de tiempo deja huella. Queda en las entrañas de algoritmos invisibles que enlatan y venden anzuelos que nuestros electrónicos pican. Pronto el estanque de peces, nosotros, contendrá a todos los huéspedes del planeta.

Nos conocen. Porque permanentemente van poniendo a prueba las carnadas, a veces 45,000 cada 5 minutos y, según las mordidas, van diseñando imágenes, sonidos, titulares, en un proceso de selección natural aceleradísimo, que termina con el hueco negro perfecto para nuestra atención. ¿Puede haber un producto más perfecto, deseable, valioso?

La mirada convertida en commodity, transable y subastable. La misma mirada que buscan los que nos quieren, los que necesitan nuestra ayuda, los que pertenecen a los mismos grupos que nosotros, pero que solo pueden ofrecer una palmada en el hombro, un beso, una palabra.

El término atención viene de estirar, como cuando nos inclinamos hacia otro ser humano para entenderlo. ¿Cómo encontrarlo, sin embargo, en medio de las potentes carnadas que producen quienes rematan nuestro tiempo al mejor postor?

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