Fake News: Personas mayores de 65 años son las que comparten más noticias falsas en Facebook
Fake News: Personas mayores de 65 años son las que comparten más noticias falsas en Facebook

Pinocho es el mentiroso más famoso, pero da ternura cuando inventa historias intentando justificar por qué no ha ido a la escuela. Pepe Grillo y el hada Azul saben que miente y le siguen la corriente. Unos mienten tanto que se la creen, son los mitómanos; otros mienten para aparentar, son los esclavos de sus complejos. También están los que mienten para salvar el pellejo, como Pedro que negó ser discípulo de Jesús para no ser apresado en Getsemaní. Pero hay mentiras que dañan mucho. Los estafadores financieros, por ejemplo, mienten para engañar y engañan para robar, como Carlo Ponzi que inventó la pirámide de inversiones (1920). En esa estafa, el último grupo de inversionistas lo pierde todo. Se replicó en Perú con Carlos Manrique (1978) y se globalizó desde Estados Unidos con Bernard Madoff (2008).

Sin embargo, en este siglo aparecen estafas mayores. Las nuevas tecnologías permiten utilizar las mentiras para robar voluntades. Noticias falsas o fake news las llaman. Funcionan así: desde las huellas que dejamos en Facebook, compañías especializadas construyen el perfil de millones de personas. Luego, identifican las más influenciables para bombardearlas de fake news. Por último, alentando odios y miedos, se fuerza que voten en un sentido o en otro. En elecciones reñidas, para ganar basta con manipular al 1% de los electores. Sucedió en el Reino Unido, según el reporte de Carole Cadwalladr “El papel de Facebook en el Brexit” en TED; y también en la elección de Trump en los Estados Unidos, según el documental The Great Hack (Nada es privado) de Karin Amer y Jehane Noujaim en Netflix.

Tema importantísimo en esta coyuntura, porque nuestra crisis política es principalmente por credibilidad. Si la campaña electoral no se debe contaminar de dinero ilícito porque corrompe a funcionarios; tampoco se debiera contaminar de fake news, porque la desinformación manipula a los electores más vulnerables. No es una práctica tan grosera como la de comprar votos, pero igual impide elecciones libres porque violenta la voluntad popular. Es un fraude electoral moderno. Debiéramos regresar a lo más elemental: opinar y debatir desde los hechos probados y no desde especulaciones; no reproducir noticias hasta comprobar su veracidad; y no votar por el mal menor desde el odio o el miedo, sino eligiendo programas y metas. Finalmente, la política es ponernos de acuerdo en servicios y políticas públicas, y eso solo se logra siendo transparentes y veraces. La verdad nos hará finalmente libres.

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