Juan Carlos Hurtado Miller (Difusión)
Juan Carlos Hurtado Miller (Difusión)

El miércoles pasado fue el vigésimo octavo aniversario del anuncio del plan de estabilización que cambió la historia del Perú. Aquel 8 de agosto, a las 9 de la noche, el entonces primer ministro Juan Carlos Hurtado Miller explicaba a la población, por radio y televisión, las durísimas medidas que el gobierno emprendía para cortar en seco la hiperinflación; su alocución concluía con aquel inolvidable ‘que Dios nos ayude’.

A mediados del 90, desde los organismos internacionales veíamos al Perú como un Estado fallido, con la hacienda pública en ruinas, la pobreza y desnutrición rampantes, desabastecido de productos básicos, con hospitales y escuelas públicas sin recursos para operar al mínimo, con cortes frecuentes de electricidad y agua, escasez de la gasolina, pan, arroz y leche, con salarios de miseria, y eso al momento en que se recibía el dinero porque en días la inflación destruía el poder adquisitivo, como así lo hizo con los ingresos tributarios que llegaron a caer a un irrisorio 3% de PBI. Como hoy los venezolanos, gran número de peruanos emigraba, muchos aceptando trabajos por debajo de su formación y habilidades.

Las únicas actividades que iban para arriba eran la venta de grupos electrógenos, los mercados negros de productos básicos, los comedores populares sostenidos con la ayuda internacional, las compañías de seguridad personal, los paros armados senderistas, el crimen y el narcotráfico. Lo peor de todo era el grado de infiltración de Sendero Luminoso en universidades e instituciones. Si las cosas hubieran seguido así, el riesgo de que Sendero tomara el poder era inminente. El Perú era Camboya en la víspera del Khmer Rouge.

Para los que estuvimos involucrados en aquel cambio histórico que se puso en marcha el 8 de agosto de 1990 –en mi caso como funcionario del Banco Mundial– es motivo de satisfacción constatar que, transcurridos 28 años, la estabilidad macroeconómica sigue intacta. En esto el Perú lo ha hecho francamente bien.

La mitad de los peruanos de hoy no habían nacido en 1990. Dan por hecho lo de la estabilidad y crecimiento económicos porque no vivieron la cámara, los horrores del período precedente. ¡Que no den por hecho nada! Es resultado de las reformas económicas emprendidas entre 1990 y 96, y de la preservación y fortalecimiento de estas depende que la estabilidad y el crecimiento se mantengan. O se explica en los colegios la relevancia y el alcance de dichas reformas o pronto el espectro del populismo volverá a campar a sus anchas.