Miguel Atala fue vicepresidente de PetroPerú en el segundo gobierno del ex presidente Alan García. (Foto: GEC)
Miguel Atala fue vicepresidente de PetroPerú en el segundo gobierno del ex presidente Alan García. (Foto: GEC)

Dícese de la confesión sincera que el que se acoge lo hace porque se siente derrotado, acorralado, pero dícese también que es una decisión voluntaria, no negociada. El exvicepresidente de Petroperú Miguel Atala aseguró ante José Domingo Pérez lo que muchos esperaban: La plata de Odebrecht hasta Alan García no llegó sola, llegó por Atala y en entregas de 20 y 30 mil dólares. Esas palabras sonaron a sentencia post mortem y para los apristas, por supuesto, como un sacudón telúrico en su línea de flotación.

El millón 312 mil dólares que Jorge Barata confesó haber entregado al entorno más cercano del fallecido exgobernante fue depositado en una offshore en Andorra a nombre de Miguel Atala. Esta declaración generó el inmediato pedido de la Fiscalía de variar la prisión preventiva de los Atala, padre e hijo, por arresto domiciliario.

La pregunta a estas alturas es si Luis Nava Guibert, exsecretario de Alan García, se acogerá a alguna figura de confesión o permanecerá callado en su prisión preventiva. Su hijo, José Antonio Nava Mendiola, cuyo codinombre en Odebrecht era ‘Bandido’, también echó a su papá en Miami. Confesó que su progenitor recibió sobornos de Barata, dinero que él mismo tuvo que transportar en mochilas.

Que esos 4,000 folios que ha entregado el exmandamás de Odebrecht evidencien, con rigor y precisión, los nombres de toda la BUROCRACIA OPERATIVA, que sirvió de ADN corrupto, que permitió estos robos sistemáticos, incluidos los empresarios y consorciados corruptores. Que así sea. El Perú merece conocer cómo y quiénes constituyeron las piezas de este rompecabezas del mal para evitar que vuelva a ser armado por los siguientes.