“En el Perú tenemos por delante una dura batalla y la segunda ola que hoy nos afecta es poco probable que sea la última por la incapacidad de nuestro sector público en hacer las cosas bien”. (Foto: Britanie Arroyo / @photo.gec)
“En el Perú tenemos por delante una dura batalla y la segunda ola que hoy nos afecta es poco probable que sea la última por la incapacidad de nuestro sector público en hacer las cosas bien”. (Foto: Britanie Arroyo / @photo.gec)

Si bien el desarrollo de varias vacunas nos da una luz de esperanza en la lucha contra la pandemia, no hay que pecar de optimistas. La revista The Economist en su reciente edición presentó un preocupante análisis de la situación y concluye que es poco realista pensar que las vacunas van a erradicar el virus, el que probablemente circulará durante muchos años y se convertirá en endémico. Detrás de esta poco esperanzadora predicción están la titánica tarea de vacunar a la mayor parte de la población mundial, la alta probabilidad de que una sola vacunación no sea suficiente y nos tengamos que vacunar anualmente, la aparición de variantes del virus que pueden hacer que las vacunas pierdan eficacia, y el alto porcentaje de personas que prefieren no vacunarse.

En el Perú tenemos por delante una dura batalla y la segunda ola que hoy nos afecta es poco probable que sea la última por la incapacidad de nuestro sector público en hacer las cosas bien. Nunca controlamos en forma efectiva los contagios (seguimos sin hacerlo), no fortalecimos nuestro sistema de salud con la celeridad requerida y fuimos muy torpes en comprar las vacunas que nos ofrecieron meses atrás. Por ello ahora las estamos recibiendo con cuentagotas y vacunando a ritmo de tortuga.

El flamante ministro de Salud enfrenta tres grandes retos: (i) hacer que el inoperante sector salud se ponga las pilas y empiece a comprar rápidamente plantas de oxígeno, respiradores, concentradores de oxígeno y camas UCI para prepararnos para las siguientes olas, (ii) acelerar la compra de vacunas, incluyendo la de J&J que es ideal para nuestro país porque solo requiere una dosis y puede ser conservada en un refrigerador cualquiera, y (iii) apoyarse en la logística del sector privado en el programa de vacunación y permitirles comprar vacunas una vez que los laboratorios estén dispuestos a venderlas fuera del ámbito público.

No es una tarea fácil la que enfrenta el Dr. Ugarte, quien reemplaza a una ministra desgastada y adulada por muchos pese a una gestión deficiente durante meses. Su renuncia poco clara estuvo enturbiada por una vacunación irregular de varias personas allegadas al poder que requiere una investigación seria. Necesitamos una gran reforma del sector salud, pero lo inmediato es mejorar su eficiencia, incluyendo el reemplazo de aquellos funcionarios que son incapaces de adquirir equipo e insumos médicos pese a tener los recursos presupuestales por personas con capacidad gerencial.