(GEC)
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Pese a las turbulencias electorales de la semana, no debería pasar desapercibida la fluidez con que está avanzando el proceso de vacunación en nuestro país. Si bien los inicios fueron confusos y de inocultable morosidad, de la velocidad de crucero que se llegó a alcanzar a principios del mes pasado, se está logrando acelerar procedimientos y mejorar su distribución en territorio nacional.

Todo esto, considerando las dificultades (no somos ni Chile ni Israel) inherentes a nuestra accidentada geografía, el desigual acceso a la información y las consabidas brechas sociales, que han venido lastrando las campañas sanitarias en la lucha contra la pandemia.

Los envíos de los laboratorios no dejan de aterrizar en el Jorge Chávez y el gobierno de Francisco Sagasti ha confirmado que han alcanzado ya un ritmo de 100,000 inoculaciones diarias. La instalación de grandes Vacunacars en la Costa Verde y otros espacios limeños puede que haya sido otro punto de quiebre en la aplicación de vacunas en la capital, ya que ha mejorado considerablemente la logística.

Una buena noticia, en suma, para un país que debe tener como prioridad el control de la pandemia y la reactivación de la economía, pues todo ello indica que se avanza en esa dirección. Por otro lado, el viceministro de Salud Pública, Gustavo Rosell, indicó que la meta del Ejecutivo es dejar programado hasta diciembre el calendario de inmunizaciones para los mayores de 18 años, pues es seguro que este año el país dispondrá de 61 millones de dosis.

Pero si bien en Lima se observa un descenso en los indicadores, regiones como Arequipa merecen una atención urgente, pues pareciera que allí se ha entrado a una tercera ola. Los contagios, muertes siguen en aumento y los hospitales están nuevamente colapsados, según reportan las autoridades sanitarias locales. Señal, además, de que todavía estamos lejos de poder relajar los cuidados personales y protocolos públicos. La plaga está remitiendo, pero, vacuna o no vacuna, todavía no se puede bajar la guardia.

Quien ocupe el cargo de presidente deberá mantener (o mejorar) a toda costa este ritmo en las inmunizaciones, que será, a no dudarlo, el legado del gobierno de transición. La salud de los peruanos es prioritaria; aquí no hay politiquería que valga.


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