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Redacción PERÚ21

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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

Los casos del algodón y del azúcar fueron los elegidos para explicar cómo la protección del mercado local generó un desequilibrio entre nuestras necesidades y la productividad local.

La dictadura militar en los setenta agravó la situación. Don Óscar Espinoza nos recordó el desastre llamado "estado empresario". Al hacerlo, hizo énfasis en dos hechos conexos: la inevitable politización en la que acaban inmersas dichas empresas, así como la proliferación de controles sectoriales.

No obstante, y como sabemos, lo peor vino en los ochenta. Don José Luis Gagliardi estuvo a cargo del repaso: hiperinflación, déficits fiscales crónicos y terrorismo dejaron al Perú en estado de coma. Con un "todo se perdió, todo se quebró" sintetizó la recta final del experimento socialista en el Perú.

Quienes escuchamos las ponencias pudimos reconocer, en nuestras experiencias, la desazón vivida en aquellas tres décadas. Lo increíble, en mi opinión, es que aún escuchemos a intelectuales, académicos y políticos sosteniendo el retorno a muchas de estas ideas. Don Óscar sostuvo que la experiencia "nos vacunó con dolor" ante las mismas; no obstante, cualquier somera revisión de las leyes propuestas en el actual Congreso bastará para constatar que ello, lamentablemente, no es así: controles de precios, reactivación de la apuesta empresarial por parte del estado, protección a ciertos sectores, aumento del gasto público, entre otras, son parte de las que se encuentran aún en el debate político. Pareciera que, frente al populismo, no hay vacuna efectiva.