Los comicios para suceder a Luis Castañeda como alcalde de Lima tiene la cifra récord de 21 postulantes. (Perú21)
Los comicios para suceder a Luis Castañeda como alcalde de Lima tiene la cifra récord de 21 postulantes. (Perú21)

La carrera por el sillón municipal de Lima prenderá fuego luego de Fiestas Patrias, pero el ambiente ya va calentando. De a poco iremos escuchando promesas para dar solución inmediata a las demandas insatisfechas de una ciudad que se expande sin control y concentra la mayor cantidad de pobres del país. Sin embargo, tanta buena voluntad difícilmente podrá ponerse en práctica con la estructura actual de la MML.

La forma como hemos organizado la capital es un disparate. Los municipios distritales, con su autonomía casi absoluta, tienen más dinero y competencias que el gobierno metropolitano. Salvo poquísimas situaciones en las que se requiere la autorización de la municipalidad provincial, los distritos bailan con su propio pañuelo. Los alcaldes distritales no responden ante el alcalde de Lima. No hay unidad. Por eso, no existe efectivamente un gobierno de la capital.

Para graficar la idea: en 2018, la MML inició el año con un presupuesto público total bastante menor a los S/2,000 millones. Algo equivalente a S/170 por limeño para todo el año o menos de cincuenta centavos al día.

Casi nada. En contraste, si sumamos el presupuesto de los otros 42 municipios capitalinos, el 2018 lo comenzaron con S/3,000 millones. En términos relativos, hasta los distritos más pobres tienen igual o más dinero que la MML. Por ejemplo, Puente Piedra tiene lo equivalente a S/240 y San Juan de Miraflores a S/200 por vecino para todo el año.

Lima no solo necesita un alcalde con visión de futuro que apueste por un desarrollo sostenible, sino que lidere una cruzada de reingeniería institucional para que la capital tenga un gobierno metropolitano de verdad. Si no, será difícil modificar la realidad que los candidatos prometen cambiar.