Martín Vizcarra y Keiko Fujimori en 2017, cuando él era primer viceministro. (USI)
Martín Vizcarra y Keiko Fujimori en 2017, cuando él era primer viceministro. (USI)

Estimada señora Karma, usted ya fue. Decir, para bajarse la popularidad de un presidente, “se reunió conmigo” es decadente. Es como cuando un ser humano con muy baja autoestima dice, para desprestigiar al otro, que salieron o que tuvieron sexo. Es inmundo. A usted la querían, mal que bien, porque mostraba perseverancia, pero ahora solo demuestra miedo a irse a la cana, de lo contrario nadie se explica cuál es el afán, suyo y de su manada de mandriles incondicionales, de seguir defendiendo a criminales de cuello blanco que se han levantado en peso al país, y atacando a quien intenta destituirlos. Estrategias chatarra que le funcionaron muy bien a su tío Vladimiro cuando la gente no tenía acceso a información, pero que ahora se despintan como cuchillos oxidados.

Es bueno ver a una mujer que no tira la toalla, aunque la difamen, la denuncien y sospechen tanto de ella. No lo es cocinar un tallarín saltado de intrigas, acusaciones al presidente de turno, sea quien sea, berrinches y manipulaciones que antes solo dejaban ver los celos retorcidos que le tiene a cualquiera que esté en el poder y una incapacidad patológica de aceptar que usted no maneja esta combi, ni chambea de cobradora, con suerte alcanza un asiento. Pero ahora denotan, además, que quiere bajarse sin pagar.

A eso sumemos que usted perdió mil y una oportunidades de actuar a favor de acabar con feminicidios, violaciones, pobreza extrema, falta de atención médica, propaganda estatal preventiva de desastres naturales, enfermedades y delitos como la pedofilia, campañas de vacunación, nutrición, empoderamiento y un largo etcétera que nada tiene que ver con esos videos mil veces ensayados en los que se despacha contra quien tiene el poder, sea quien sea, solo porque usted no lo tiene.

Usted ha alcanzado un bajón histórico en las encuestas. Según el último sondeo de Ipsos, el 80% la desaprueba. Y está raspando la olla de manera muy poco digna. Mal momento para carearse con mujeres valientes como las fiscales Rocío Sánchez y Sandra Castro, que no van a bajar la guardia y que son una verdadera esperanza para mujeres que día a día tienen que luchar contra viento y marea para hacerse un lugar en este país de matones o para alimentar a sus hijos y educarlos. Mujeres pobres a las que les importa un pepino el cálculo político burdo que usted emprende, sus fantasmagóricos cocteles y el pan quemado que le enyucó a su propio esposo en el desayuno electoral. Un callejón sin salida, señora Karma, porque puede usted no creer en las encuestas, pero el tema de fondo es que ya nadie cree en usted. Se la buscó completita.