Reconciliación. (GeraldoCaso/Perú21)
Reconciliación. (GeraldoCaso/Perú21)

Estoy aburridísima de la telenovela Fujimori. Llevo semanas viendo a Kenji en la portada de los diarios, siendo tratado como un superhéroe o algo que supuestamente debería entretenernos... tan creativo esto de los “Avengers”.

Alberto, desde su piscina, tuitea sobre sus anhelos: “... un país sin rencores, con todos trabajando por un objetivo superior”. ¿Superior a qué? ¿Quién es Alberto Fujimori (aparte de un ex presidente indultado sin merecerlo) para hablar en plural de lo que debemos hacer por el Perú? Gobernó por fuerza 10 años seguidos y, si bien la economía logró abrirse al crecimiento por años deseado, también tuvo la oportunidad de hacer una tarea noble y se zurró en ella, hundiendo al país en el chantaje y la mentira, el eterno conflicto de poderes y la corrupción. Así, cualquier objetivo es superior.¿Por qué no se calla al menos un rato? ¿Por qué piensa que el Perú sigue siendo suyo? Nada es suyo, salvo su familia y la tremenda deuda que tiene con el país, empezando por la reparación civil.

Y no nos vengan con la cantaleta de la reconciliación, que nos sobra memoria para no olvidar cómo, después de encerrar y torturar a la mamá de sus hijos, la botó de Palacio sin compasión. Violencia familiar que a su hija Keiko no le afectó un pepino, pues ella rápida y oportunamente asumió un reemplazo que no le correspondía y fue, en teoría (como todo en su vida) primera dama, pero en la práctica no hizo nada, solo aprender lo peor y codearse con los peores. Ay, pobre, tan joven, sí seguro.

Esa ha sido su experiencia, no hacer nada como primera dama para luego no hacer nada como congresista, para finalmente no lograr nada a nivel personal como candidata. Solo seguir embutiéndose de poder para evitar –sin éxito– que su propio padre salga de la cárcel, boicotear proyectos urgentes para el Perú porque no le conviene que se ejecuten sin ella, botar a su hermano del partido porque no soporta que se haya lucido con el indulto y hacernos creer, con una sonrisa falsa, que está feliz con la liberación del genocida. Sí, claro. Como si no supiéramos que PPK intentó reunirse con Keiko una y otra vez para proponerle indultarlo y ella se negó porque no le convenía.

La mitad del país está en contra de Fujimori, por corrupto y asesino. La otra mitad se divierte con el travieso Kenji, a quien nadie toma en serio, porque tampoco ha hecho nada, más que sacar al papá de la cárcel, un logro conmovedor, suponemos, pero que no aporta al desarrollo del país. Paren de mentir, en serio. Ya fue.