La Paisana Jacinta
La Paisana Jacinta

La Paisana Jacinta desaparecerá. No podrá estar más en televisión, ni en el cable, ni en otras plataformas virtuales como YouTube. Censura absoluta. Desaparecerá tanto, que no servirá ni como ejemplo de lo que un egresado de comunicaciones no debe crear, y menos con la excusa de que “le gusta a la gente”. La decisión, tomada en Cusco por la jueza del Primer Juzgado Mixto de Wanchaq, es radical. Pero no se dio de la noche a la mañana. La acción legal fue planteada por cuatro mujeres activistas cusqueñas en 2014 y la batalla duró cuatro largos años.

El argumento de las peruanas indignadas fue que la tristemente célebre Jacinta transmitía un mensaje discriminador, clasista, racista y violento, mostrando a las mujeres campesinas y andinas como personas sucias, vulgares, brutas y sin dientes. Una mirada despectiva que solo puede ser aplaudida por quien no tiene una pizca de amor propio o por peruanos que se sienten superiores. Un insulto a millones de mujeres que no tienen ropa de moda que comprar y que pasan sus días haciendo trabajos durísimos en el campo, bajo el sol, cuya lengua materna no es el castellano, idioma que solo les han enseñado en la primaria, tarde, mal y nunca. Mujeres que no saben leer ni escribir en un país que todavía tiene 1 millón 369 mil 295 personas analfabetas (Minedu, 2018). Mujeres cuyos modales son diferentes porque las exigencias de sus vidas, culturas y entornos también lo son. Madres que pierden los dientes por dar de lactar a tantos hijos, sin posibilidad de una buena nutrición que las ayude a reponer el calcio perdido. Ni de una anticoncepción eficiente. Mujeres que llegan a ciudades enormes que se las comen vivas antes de que se adapten a otros climas, otras miradas y otros aires (mayormente de ‘superioridad’).

La Paisana Jacinta representaba, de la peor manera, a mujeres que tienen los mismos derechos en el papel, pero en la práctica tendrán que disculparse hasta por la forma en la que hablan. Agradezco haberla visto porque pude decirle a mi hija que ese era el peor programa del Perú y del mundo por más razones de las que caben en este espacio. Para lo único que nos serviste, Jacinta, fue para eso. No te vamos a extrañar, y si alguien te extraña, que se joda, porque las decisiones tienen que ser radicales e intransigentes hasta que dejemos de ser un país donde la mujer es una especie de perro sarnoso al que cualquiera puede patear para mostrar su fuerza o para hacer reír a los demás. Necesitamos más decisiones arbitrarias y ‘poco democráticas’ como la de la jueza Yanet Ofelia Paredes Salas. Gracias.

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