ELMinisterio Público abrió investigación preliminar por ocho meses contra Héctor Becerril . (Foto: GEC)
ELMinisterio Público abrió investigación preliminar por ocho meses contra Héctor Becerril . (Foto: GEC)

El día que realmente seamos un Estado laico y nos comportemos como tal, no habrá necesidad de celebrar el orgullo ni un día como hoy será feriado. Básicamente me dan lo mismo los feriados porque soy trabajadora independiente hace muchos años, pero es ridículo que un país con tantas necesidades se paralice laboralmente en nombre de San Pedro y San Pablo. Los feriados religiosos deberían ser opcionales, y que quien quiera tomárselos porque es creyente se atenga a un descuento por su descanso. Sobre todo porque, como siempre, lo que se hace es más bien utilizar la religión (y la plata cobrada sin chambear) para seguir viviendo del cuento, pues estoy segura de que hoy estarán mucho más llenos los bares que los templos. Sin embargo, ya que es una imposición, el feriado religioso debería servir para que la marcha por el Día del Orgullo reviente de gente. Porque nadie puede probarnos que Pedro y Pablo fueron santos (de hecho Pedro fue un traidor), pero sí es una realidad que alrededor del 7% de la población mundial tiene una orientación sexual distinta a la que imponen las iglesias. De modo que se calculan más de 2 millones de peruanos LGTBI, al margen de lo que congresistas como Becerril y Rosas o ciertas señoras limeñas consideren decente o decadente.

Lo peor que hace Becerril con su homofobia declarada es aprovechar políticamente un asunto exclusivamente humano, solo para cumplir con su lideresa, que ya sabemos que se compró los votos de la comunidad evangélica a cambio de pisotear los derechos de millones de peruanos, firmando pactos con el (diablo) pastor Santana. Y lo mismo las señoras limeñas que se escandalizan en su Facebook diciendo que les preocupa el futuro de los niños, “con esto de promover la homosexualidad en los colegios con la ideología de género”, pero sus nietos van a colegios privados y viven en un mundo privilegiado donde tarde o temprano irán a buenas universidades o viajarán a países mucho más modernos y verán que el mundo es lo que es y no lo que sus abuelos querían que fuera, y que la libertad de elegir a quién amar es intocable. Así que mejor jubílense, congresistas y señoras, pues la discriminación más brutal se vale de asesinatos, no de cobardes discursos en pantallas, y afecta sobre todo a gente muy pobre, presa de la ignorancia de contextos urbanos y rurales históricamente olvidados, por los que ustedes jamás han movido un dedo, por mucho que aparenten ser los abanderados de la reserva moral del país o cualquier otro argumento barato, solo con el fin de apañar a abusadores y genocidas. Se les nota el táper, básicamente.