Mariella Balbi: El mejor tránsfuga es… (Mario Zapata/Perú21)
Mariella Balbi: El mejor tránsfuga es… (Mario Zapata/Perú21)

La decisión del Tribunal Constitucional (TC) de enmendar la ley contra el transfuguismo, aprobada recientemente por amplia mayoría en el Parlamento, ha alborotado al Legislativo. Conocimos una supuesta sentencia de manera oscura. La filtró torpemente un congresista ‘pepekausa’, interesado en que se impida controlar el transfuguismo. El TC va contra el reglamento del Congreso, que tiene rango de ley. Hay quienes señalan que el reglamento del TC no se adecua a su propia ley orgánica, preguntándose con qué legitimidad decide sobre otro poder del Estado. Y los congresistas que antaño reclamaban encendidamente detener a los tránsfugas hogaño braman a favor de que el Congreso sea un verdadero juego de las sillas.

Los tránsfugas de hoy no son los del fujimontesinismo, estos recibían ‘platitas’ por su movilidad política. Ahora la cosa es más visceral, según se observa. A saber: si no pusiste mi proyecto primero, me marcho; si no acatas mis planteamientos, doy un portazo y le increpo al colega de bancada que le faltan pantalones. Si llegamos juntos y no dejas que te birle el partido, me quito. Hacer política es harto difícil. Formar un partido, recoger firmas y favor ciudadano requieren un gran esfuerzo. Si no, que lo diga Nuevo Perú, escisión del izquierdista Frente Amplio.

Que el TC aliente el ‘saltaperiquear’ en el Parlamento es nefasto para la institucionalidad democrática. Aún no conocemos la sentencia oficial, pero el argumento para la inconstitucionalidad es que la norma afecta la libertad de conciencia del parlamentario. ¡Plof! Quienes formaron un partido consiguieron militantes, elaboraron un ideario, principios –mediocres o no, poco importa– e invitaron a personas independientes, de pronto ven que solo son un vientre de alquiler. Y el TC, el Parnaso de la constitucionalidad, hace cera y pabilo de la base de la democracia: los partidos políticos.

No hay que ser zahorí para colegir que esto favorece a cierta izquierda. Nuevo Perú anda como alma en pena en el Congreso –ojo, puede integrar comisiones, intervenir en el pleno, etc.– porque no puede ser una bancada. Lo será, fina cortesía del TC, aunque ‘pedalea’ para conseguir firmas e inscribirse como organización. Quisieron hacerle un ‘caballo de Troya’ a Marco Arana y este no se dejó, pero ahora estarán a la par.

Algunos ‘pepekausas’ votaron a favor de la ley antitránsfugas. Los que no lo hicieron persiguen un protervo propósito: dividir al fujimorismo –el programa máximo y la consigna de los iluminados asesores del Ejecutivo– y mejorar el alicaído desempeño del gobierno. Pero puede convertirse en un búmeran para la bancada oficialista y ser ellos los primeros que se desgajen con el jaleo interno que viven. Un Congreso abocado a este candente debate poco puede hacer para paliar la desesperante inacción del Ejecutivo.

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