Malaza tu novela. (Foto: Redes sociales)
Malaza tu novela. (Foto: Redes sociales)

“Papi, quiero un teléfono nuevo”, grita una rubia de unos 20 años. Es la hija pituca de un hombre en apuros. “Ya, hija, pero con línea de Ciudad de México porque tengo que cuidarte, mientras se soluciona mi problema, es peligroso que estés aquí”, le dice su padre. “Te vas a México donde Tomasa, la que era mi nana”. La rubia pone cara de emoticón fastidiado y le pide por lo menos despedirse de su novio. Pero no hay tiempo. Su padre la manda a un barrio pobre, a una casa humilde, donde las princesas tienen que chambear. Y se pasa de vueltas, se siente una esclava. Llama a su novio y él, un rulón con aires de guapito, pantalón pitillo con hueco y camisa que aprieta músculos, le dice, tumbado en un sofá, que no es justo. No me parece que tengas que aguantar esa vida, como si fueras de la plebe, dile a tu papá que te mande a un lugar a tu altura. Luego se pone brutito porque está celoso de un chico que vive en la casa adonde ha llegado ella. Hasta que la rubia termina con él porque no aguanta su prepotencia. Golpe bajo para el galán, pero de mentira, esto es La rosa de Guadalupe y él es un actor mexicano. Se llama Alan Kaleb Pardo, 26 años.

La siguiente escena ocurre en Perú y no es una telenovela. Es el verídico Alan Kaleb Pardo agarrado con cocaína en el counter de Latam, rumbo a Ciudad de México. El actor fue detenido en el aeropuerto Jorge Chávez el martes por intentar transportar a México 1.796 kilos de alcaloide de cocaína en condones que se había tragado. Lo primero que tuvieron que hacer con el detenido fue internarlo de emergencia en el hospital Alcides Carrión, donde fue inducido a cagar los 50 condones de casi 40 gramos cada uno, los cuales fueron lavados y entregados a agentes enguantados de Dirandro.

Su cuenta de Twitter registra su último tuit, del 12 de setiembre de este año, que dice: “En este país no necesitas estar en la delincuencia organizada para ser víctima de ella. Qué terror y qué lamentable. Y nuestro presidente en: fuchi, guácala”. Se refiere a un director de fotografía de la película Roma asesinado por el robo de su camioneta. Fuchi (al margen del nenismo del término), digo yo, es fomentar el tráfico de armas, baratas y fáciles de obtener gracias al tráfico de drogas. Y que por ganar tu plata no te importe que la gente se mate en cada esquina. Guácala, también, diría yo, viene a ser esto de estar defecando condones rellenos de coca, en un salón de la Dirandro.

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