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Está todo tan crudo que
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Ayer, 17 de enero, Petroperú informó que el último jueves se registró una detonación a la altura del km 193 del Oleoducto Norperuano (ONP), cerca de la comunidad de Santa Rosa, distrito de Morona, Loreto. Una detonación provocada por humanos destruyó los durmientes que soportan el tubo y lo abolló, a la altura del km 193 del oleoducto. Según la empresa, ese tramo estaba “de parada programada” y no se ha producido derrame alguno.
En noviembre de 2018, pobladores de la comunidad de Mayuriaga amenazaron, a través de un comunicado, con cortar el ducto, en protesta contra los resultados de las elecciones municipales, e incluso hablaron de incendiar la Estación Morona (acción que hubiera generado una explosión masiva en la selva amazónica peruana). Y luego sitiaron la estación, tomando como rehenes a 20 trabajadores. Cuando intervino la Policía, se retiraron amenazando con la siguiente acción: volver a la carga si el petitorio de anulación del resultado electoral que habían presentado al JNE tenía una respuesta adversa. A los pocos días cortaron el tubo en el kilómetro 323 del oleoducto, se adjudicaron el atentado en redes sociales y generaron un derrame que en sus primeras 24 horas se calculó en 8 mil barriles. La siguiente noticia sobre el caso dice: el tubo lleva 37 días sin repararse porque los autores del corte no permiten que se hagan los trabajos para ponerle unas grapas y soldarlas. No sé, finalmente, a cuántos barriles ascendió el derrame, ni quiero ya saberlo porque me duele imaginar esas toneladas de brea ahogando aguas, animales y árboles.
Lo que sé es que esas poblaciones vienen sufriendo impactos ambientales y sociales hace más de 50 años y no han sido compensadas ni siquiera con servicios básicos. Ellos ven que en su país otras personas tienen estudios, motos, salud. Pero son nativos que no les importan a casi nadie, 55 comunidades en el río y distrito de Morona, algunas de las cuales requieren transporte de hasta siete días por río. Uno de nuestros expresidentes los llamó ciudadanos de tercera categoría cuando se armó el ‘Baguazo’, hace diez años. ¿Eso justifica su accionar? No, pero ellos están más allá de lo que es justo, porque solo con esos violentos ataques consiguen lo que necesitan: atención del Estado ante el abandono de siempre y de siglos. Qué más da si son rojos, caviares, malos elementos, antiapra, antifuji, ignorantes, sabios, qué más da. Son 8 mil barriles de crudo durante las primeras 24 horas. Son millones de árboles, ríos, animales, y son miles de peruanos hartos de tener obligaciones pero no derechos.
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