(Renzo Salazar-Mario Zapata/Perú21)
(Renzo Salazar-Mario Zapata/Perú21)

Kenji, Guillermo y Bienvenido ya no están en el Congreso. Han sido desaforados, perdiendo la condición de parlamentarios con todos sus privilegios, entre ellos, el de inmunidad de proceso y de arresto. En consecuencia, van a ser procesados penalmente y podrían ser detenidos. La Constitución ordena al fiscal de la Nación formular denuncia ineludible y que el juez supremo de Investigación Preparatoria (foro de calidad) les procese penalmente.

La confusión proviene porque este desafuero es temporal a título de “suspensión”. La acusación de la Comisión Permanente (CP) tenía dos extremos: (i) la directa destitución (desafuero permanente) producto de un juicio político por infracción constitucional (impeachment), lo que fue desaprobado; y (II) el levantamiento de fuero, la autorización congresal de juzgamiento penal, la correspondiente suspensión del cargo y el llamado a los accesitarios (desafuero temporal), lo que fue aprobado. Si al final la Corte Suprema les absuelve, retoman su cargo por el tiempo que les quede, si algo queda.

Debe ser la primera vez en la historia de la República que el Congreso bota dos veces al mismo congresista. Se les había advertido que la votación sin evitar la participación de la CP era irregular. Tozudos ellos, ingenieros haciendo interpretación jurídica, se ganaron el resultado: pedir disculpas, el roche del retroceso y la segunda votación con la legalidad en la mano.

Es prematuro vaticinar el futuro político de Kenji, el preferido de papá. Si el fujimorismo tuviere un núcleo duro del 30% con casi imposibilidad de crecer, no se sabe cuánto de ese caudal será mermado en beneficio del partido, movimiento o grupúsculo que forme el júnior. Si en política no hay cadáveres políticos, mucho menos podría haber un muerto fresco tan joven. Pero el escenario electoral en que se enfrenten dos hermanos por el mismo poder será claramente perturbador. Tampoco, tampoco.