Keiko Fujimori deberá cumplir 36 meses de prisión preventiva en penal de Chorrillos. (Foto: Agencia Andina)
Keiko Fujimori deberá cumplir 36 meses de prisión preventiva en penal de Chorrillos. (Foto: Agencia Andina)

No se puede, por definición, ser parte afectada e imparcial en un mismo caso. El fiscal José Domingo Pérez es un alumno aplicado y picón, es una especie de chico ganso, al mismo tiempo que el mejor alumno de la clase, capaz de memorizar números de teléfonos celulares y expedientes, de tal forma que cuando no lee, se le escucha igual que cuando lee. Ha hecho su tarea, se ha quemado las pestañas y tiene el doble de canas que hace un mes. Está profundamente indignado por los chats ofensivos hacia él, amenazantes palabras de odio, chats de políticos que cuando lo ven llegar le dicen que no sabe con quién se ha metido. El detalle es que lo sabe perfectamente porque lleva un año zambullido en sus pesquisas. ¿Es equilibrado su proceder? No lo sé, pero responde al de un hombre que fue agredido por los súbditos de la acusada.

Richard Concepción Carhuancho es un juez frío, “canero”, como dice la jerga abogadil, un hombre que ha visto cómo se desprestigia la institución que representa y cómo el país está de acuerdo en una sola cosa, y es que no va a aguantar más corrupción, cartas bajo la mesa y repartijas. En ese territorio minado, donde la opinión pública ha hecho valer su sentir desde las calles, redes sociales y rincones alejados del país, al tremendo juez no le queda otra que lucirse, y lo hace mostrando independencia, no imparcialidad. Pues él también es parte afectada, por la mala fama de sus pares, y necesita mostrar que no es cómplice del gusano Hinostroza.

Hinostroza es un gusano venenoso que la lideresa mandó blindar, intentando controlar el proceso a su cargo sobre los cocteles de la campaña de Fuerza Popular en 2015, posteriores a los que se han discutido estos días, que se refieren a la campaña de Fuerza 2011, hace siete años, la primera vez que la lideresa perdió. Un demonio que ha logrado unir al Perú contra el hermaneo, el daño, contra la liberación de violadores, contra la criollada, la pendejada, la argolla. Un peruano que nos avergüenza.

La señora K es la líder de la oposición, una figura vertical que da órdenes a quienes no cuestionan. Una pretendida autoridad, sin poder oficial, que ha sabido aferrarse a una popularidad hoy casi extinta.

Los afectados, esta vez, fuimos todos, y sobre todo los más vulnerables, pues pactar con gente como el pastor Santana o Hinostroza es sucio, irrespetuoso, cruel y abusivo. Y quizás eso se resuelve fuera de los tribunales, pero ya es tarde para filosofar. Que Dios devuelva esa madre a sus hijas, pero no a la política. El Perú se merece lo mejor.