Rosa es treja y prolija en su trabajo de batallar contra el robo al Estado, pero, como a Katherine y a Julia, le ha traído problemas. Si de veras este debilitado y maltrecho gobierno quiere cambiar, tiene que prescindir del ‘estilacho’ fujimontesinista que resucitó Humala. Las campañas demoledoras, apoyadas por algunos medios, nos demuestran que Kuczynski, en este punto, le entra a todo. Pero en una democracia, el poder no puede usar prácticas deshonestas y fulleras. Por si le interesa, quien pierde es el país y sus 30 millones de almas.