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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

En la confrontación que culminó con el "gabinete parchado", sin duda, ganaron Ana Jara (en silencio, presionó y ganó), el Apra y el fujimorismo, el propio presidente Humala (apareció cediendo a favor de la gobernabilidad, aunque no fumó la pipa de la paz), y perdieron los resbaladizos grupos y partidos del llamado centro político: el PPC sin brújula y la desubicada y dividida izquierda. Kuczynski supo flotar conforme iban los vientos y con su silencio no perdió. Urresti es un caso aparte.

Con un "me van a extrañar", una batiente sonrisa y calificando de perros y hienas a quienes lo atacaron desde el aprofujimorismo, se despidió de la escena en el teatro del oficialismo. También declaró que iba a pensar su participación en la política en las próximas dos semanas y que su decisión, en primer lugar (ojo), se la iba a comunicar "a la presidenta del Partido Nacionalista" (otro ojo). Después corrigió, y dijo que lo haría ante el presidente Humala. Aunque, en la noche, y en una entrevista de la TV, señaló que el presidente no le había comunicado su salida del gabinete (recontra ojo).

Urresti participará en política y sabrá negociar. Se vende como el nuevo Sánchez Cerro que en 1931 derrotó a Haya y calificaba a los apristas como "ratas inmundas". Le quitará votos a Keiko porque sus simpatizantes admiran a este tipo de políticos, criollos, audaces y furibundos antiapristas. Le permitiría al nacionalismo sobreviviente contar con una veintena de congresistas en el 2016 (que, con la baja de Nadine, apenas conseguirían cuatro o cinco), cosa decisiva para negociar la defensa del actual gobierno en la megacomisión que de todas maneras se conformará en el próximo Congreso. Además, requiere esta cobertura para cuando le caiga la quincha por su responsabilidad en el asesinato del periodista Hugo Bustíos. Ahí no valdrán la mueca ni el sarcasmo.