La bicameralidad, que debería ser una reforma política importante, hoy este Congreso desbocado la utiliza como un pretexto para un solo objetivo: perennizarse en el poder. Una lástima porque esta reforma nos devolvería a la tradición parlamentaria que hemos tenido en tiempos contemporáneos en el país y que el golpe de Estado de Alberto Fujimori, en 1992, trastocó, promoviendo la unicameralidad y la perversidad de tener solo una instancia parlamentaria, que ha evitado tener una cámara reflexiva para mejorar los filtros de la calidad de las leyes que se aprueban en el Parlamento.

Han aprendido la mañosería y han visto que se puede pervertir el sistema de votación de una ley incorporando, a último minuto, un “texto sustitutorio” de contrabando, modificando de esa manera la fórmula legal y, sobre todo, el sentido de una norma, con el propósito de favorecerse y direccionar las leyes en función de los intereses personales y de grupo. Por eso se valida las alianzas contra natura, como la del fujicerronismo que representa a lo más rancio de la política. Ahora que la señora Moyano está de presidenta de la Comisión de Constitución, hace y deshace, como le viene en gana, al extremo que ya ni se debate en comisión y menos se dictamina una ley; al contrario, sin ninguna consulta a los organismos o entidades involucradas y menos opiniones técnicas, ellos inmediatamente aprueban un dictamen.

El claro ejemplo ha sido lo que ocurrió el 31 de mayo pasado. Las bancadas de Acuña y Fuerza Popular presentaron el Proyecto de Ley 8014, y para ayer martes 4 de junio, ya tenían el predictamen, sin ningún debate en comisión y menos con opiniones técnicas, total, lo que buscan es introducir de contrabando un texto sustitutorio para incrementar el número de congresistas, ahora con 158 diputados y 79 senadores, dizque para mejorar la representación parlamentaria.

Es evidente que lo que buscan estos congresistas es tener mayores posibilidades para que puedan ganar una curul, porque saben en sus conciencias que va a ser casi imposible conseguir el voto popular; para lo cual pretenderían cambiar las reglas electorales y hasta de controlar los organismos del sistema electoral con el fin de inclinar la cancha a su favor, para ver si así logran volver a sacarse la lotería y volver a tener traficantes, ‘mochasueldos’, y ‘niños’ en el Congreso. Una desgracia para el país.

TAGS RELACIONADOS