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Un proyecto que cambió al Perú

"El crecimiento que el país logró en las primeras dos décadas del siglo XX, y que permitió reducir la pobreza del 60% al 20%, hubiera sido impensable de no existir Camisea”.

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(Foto: Midjourney/Perú21)
(Foto: Midjourney / Perú)
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Recientemente, se cumplieron 20 años de un hito en la historia del Perú: el inicio de operaciones del proyecto Camisea. Un suceso que, desde entonces, viene cambiando la vida de los peruanos todos los días.

Y es que, aunque a menudo pase desapercibido, cerca de la mitad de la electricidad que consume el país hoy proviene del gas natural de Camisea. Dicho de otra forma, si en su casa usted tiene diez focos de luz, hoy cinco de ellos se prenden gracias a Camisea. Ello se suma a las conexiones domiciliarias de gas natural para cocina y otros usos, que alcanzan a cerca de dos millones de hogares, y al casi medio millón de vehículos que utilizan gas natural vehicular.

Esto ha sido posible gracias a una inversión masiva de unos S/16,000 millones y cuya ejecución supuso un monumental reto de ingeniería. Implicó el desarrollo de infraestructura de extracción del gas en medio de la imponente selva cusqueña, el desarrollo de ductos de transporte con una extensión de 730 km que atraviesan selva, costa y sierra, y la instalación de cerca de 20,000 km en redes de distribución a los consumidores finales. Un logro sin precedentes a nivel mundial.

Gracias a este esfuerzo, de acuerdo con estimaciones de Macroconsult, en las últimas dos décadas el Perú ha ahorrado más de S/400,000 millones debido al menor costo de la energía. Así, un hogar promedio puede ahorrar hasta S/2,100 al año respecto de lo que pagaría por energía si no existiera Camisea.

A ello se agregan los aportes que el proyecto ha generado en términos de regalías e impuestos, que juntos suman más de S/60,000 millones. Este aporte equivale a la inversión necesaria para la construcción de 12,000 km de carreteras o más de 1,000 colegios de alto rendimiento. De esta suma, más de la mitad ha ido a las regiones del país y en particular a Cusco, que ha recibido más de S/30,000 millones por concepto de canon gasífero.

En términos de empleo, Camisea ha creado unos 20,000 puestos de trabajo entre directos, indirectos e inducidos. Ello, gracias al personal contratado directamente por el proyecto, pero sobre todo por aquellos puestos posibilitados por el crecimiento económico que el proyecto ha generado.

De hecho, el crecimiento que el país logró en las primeras dos décadas del siglo XX, y que permitió reducir la pobreza del 60% al 20%, hubiera sido impensable de no existir Camisea.

A todos estos impactos económicos y sociales se suman los de carácter ambiental. Y es que el gas natural es una fuente de energía sumamente limpia, por lo cual el Perú tiene hoy una de las matrices energéticas más verdes del planeta. De hecho, menos del 1% de la energía eléctrica producida en el país proviene de fuentes altamente contaminantes, como el diésel o el carbón, que mantienen vigencia en otros países. Así, se estima que Camisea ha llevado a reducir en 15% las emisiones de CO2, lo que equivale al carbono contenido en 36 millones de árboles.

Hoy, que la transición energética y las fuentes renovables son una prioridad a nivel global, es bueno notar que Perú ya ha avanzado considerablemente en ese objetivo gracias al gas natural, y que aún existe gran espacio para seguir haciéndolo con este recurso abundante en el país.

El gas natural es, además, clave para nuestra seguridad energética, pues es la fuente más estable a nuestro alcance. A diferencia de ella, la fuente hídrica es cada vez más variable, dadas las sequías potenciadas por el calentamiento global. Y, aunque cumplen un rol importante, debido a su naturaleza intermitente, las fuentes solares y eólicas son incapaces de garantizar una potencia firme.

Lo que toca hoy es trabajar para que los beneficios de Camisea lleguen a más peruanos. Debemos desarrollar infraestructura de transporte y distribución, para instalar más conexiones a hogares, industrias y comercios. Y se debe también invertir en mayor exploración, para poner al servicio del país las muchas reservas que existen en diferentes puntos de nuestra selva.

Estos primeros 20 años de Camisea son solo una muestra del potencial que tiene el Perú cuando el sector privado y el Estado apuntan a un norte común para poner en valor nuestras riquezas. Ahora, imaginemos cuánto más grande sería nuestro país si tuviéramos más proyectos como este. Está en nuestras manos hacerlo realidad.