Habemus papam de Chiclago. El mundo lo identifica como norteamericano, pero para nosotros es más peruano que la papa y hay DNI para probarlo. Ya se venden polos con su rostro en el pecho. Con poco criterio, el Ministerio de Salud salió a ufanarse de que hasta tenía SIS. Solo en las primeras 24 horas del anuncio, en Perú se generaron más de 1,200 notas en medios web, incluyendo los de Chiclayo, por supuesto; cerca de 43,000 tuits y alrededor de 3,200 publicaciones en fan pages de Facebook.
En medio del reality show del purgatorio que se ha vuelto la política peruana, algo parecido a la esperanza nos golpeó el pecho. Un papa que no solo ha comido King Kong, desoyendo la sabia opinión de Sandra Pierantoni, sino que se ha comido, con nosotros, la hiperinflación que nos generaron las políticas de Alan García, las bombas de Sendero Luminoso y los secuestros del MRTA y el pasivo y activo de todo el régimen de Alberto Fujimori. Más recientemente, además, el desmadre del gobierno de Pedro Castillo, incluyendo el golpe y la sucesión constitucional a Dina Boluarte.
Es natural pensar que, después de tanto tiempo en Perú y experiencias que marcan la vida, especialmente si se está en contacto con sectores de más bajos ingresos, el papa León XIV ha seguido las principales noticias sobre el Perú. Entiende el Perú, no hay que pasar por el complicadísimo ejercicio de explicárselo a un extranjero que, a medida que uno va respondiendo sus preguntas absolutamente sensatas, ve en sus ojos la incredulidad de que un país esté en ese nivel de espiral hacia abajo.
Obviamente, la misión del papa es global y hay temas y conflictos en evolución de mucho mayor envergadura que el desmadre que estamos viviendo, pero si algún país en particular puede estar en su corazón, ese es Perú.
Para un país sumido en una crisis moral e institucional grave, donde varias autoridades están permanentemente dando lecciones sobre cómo no se debe usar el poder, tener un peruano que es un referente moral a nivel global no es poca cosa. Es probable que, su largo paso por el Perú sea motivo de preguntas cuando empiece a interactuar con los medios de comunicación, y serán oportunidades para que se pueda escuchar su visión de los temas que nos aquejan como sociedad.
Muy probablemente la presidenta Boluarte quiera viajar al Vaticano a conocer a su semipaisano, siempre que el Congreso se lo permita. Pero si el papa Francisco puso cara de foto la vez anterior, difícilmente León XIV se contentaría con el lenguaje corporal para irradiar su natural preocupación por un gobierno en el que el programa de desayunos escolares intoxica alumnos necesitados y queda por resolver el asesinato del empresario corrupto que se benefició de dar productos en mal estado. Si la presidenta llegara a viajar, probablemente repetiría el “plancha quemada” de la primera vez, pero esta vez con mayor contenido que una imagen. León XIV nos conoce de cabo a rabo.
Muchos se preguntan por qué el papa Francisco no visitó Argentina. Creería que es porque sabía que podía ser utilizado en un escenario de tanta confrontación. Es de esperar que el papado de León XIV sea más largo que el de su antecesor, y ojalá en algún momento se concrete su visita.
En un país donde ya no se cree en casi nada, y los políticos hacen mérito para que así sea casi a diario, un brote de ilusión siempre ayuda.