Un corazón de cascarón
Un corazón de cascarón

Como escribía en su columna de ayer mi vecino Aldo Mariátegui, a Somos Perú no le quedan ni los rescoldos de la integridad y vocación de servicio de la época de Andrade. Hoy es un actor más del elenco de partidos cascarón que en cada elección se ofrecen al mejor postor con la consigna de no perder la inscripción y, por supuesto, de hacerse de una cuota de poder.

Y, para lograr su cometido, le han abierto las puertas a un personaje que llegó reptando desde Palacio para agazaparse de un grupo de fiscales que le estrechaban el cerco. Pero, como a Pedro Navaja, tal parece que sorpresas les dará la vida, la vida les dará sorpresas, porque el Congreso está a punto de inhabilitar a Vizcarra por 10 años de la función pública. Y sin él, su combustible, su motor y motivo, difícilmente pasarán la valla.

Pero, ¿y si sigue en carrera, podemos esperar que un partido como este trabaje en favor de los intereses del país y no de su propia agenda? ¿Luchará acaso contra la corrupción y la impunidad? Es legítimo que muchos de nosotros tengamos serias dudas.

Pero no solo eso. El historial legislativo de Somos Perú demuestra su profunda vena populista. En solo un año este partido ha votado a favor de una retahíla de iniciativas que amenazan con afectar la sostenibilidad fiscal del país y que, además, generan falsas expectativas sobre una población precarizada por la pandemia y la crisis.

Proyectos como el de retiro de los fondos de la AFP, suspensión del cobro de peajes, formalización de taxis colectivos y retiro de fondos de la ONP (solo una abstención) son solo algunos ejemplos en los que la bancada votó en bloque a favor.

¿Es acaso este el tipo de política que necesitamos para alcanzar la estabilidad y la tan esquiva convivencia pacífica y democrática?

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