OAS
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La firma en Sao Paulo del “acta de acogimiento de beneficios por colaboración eficaz” entre los fiscales peruanos del equipo especial Lava Jato y los directivos de la empresa brasileña OAS, abre una ruta que en su recorrido permitirá la apertura de una, digamos, cajita de Pandora –distinta a la de Odebrecht– en la saga de la corrupción en nuestro país, pero no porque sean inferiores los montos negociados son menos importantes. Plata sucia, ni aunque la laven con agüita de coctel.

En este caso, las lupas se enfocarán principalmente en los ex burgomaestres de Lima Susana Villarán y Luis Castañeda, así como en Nadine Heredia, quienes habrían recibido dineros de esa empresa para financiar sus campañas o alguna obra crítica para sus intereses.

Como la empresa ha reconocido los delitos cometidos, tendrá que pagar una indemnización, al igual que Odebrecht, pero insistimos: lo esencial es la calidad de la información que entregue, es decir, que aporte a la investigación, que ayuden a los fiscales a avanzar hacia el fondo del asunto.

Hasta hoy los ex alcaldes la han librado, pese a que sus nombres y gestiones saltaron tanto en la revisión de documentos contables como a través de determinadas delaciones premiadas. Los interrogatorios a funcionarios de OAS permitirán cruzar la data y acopiar las pruebas necesarias para procesarlos.

La red de sobornos de esta corporación brasileña llegó a extenderse a siete países de América y aunque su operación aquí en el Perú no es la de menor calado, las investigaciones deberían avanzar a mayor velocidad que las correspondientes a Odebrecht, una vez que hayan hablado los gerentes encargados de tramitar los montos transferidos a las autoridades locales.

Es de esperar entonces que las rejas de la carceleta del Poder Judicial –con o sin “juez canero” de por medio– vuelvan a abrirse para hospedar a una nueva tanda de celebridades de la política o el empresariado peruano. Así que conviene mantenerse en sintonía y permanecer vigilantes ante cualquier intento de sabotear este proceso, como ha ocurrido varias veces con el de Odebrecht.

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