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Redacción PERÚ21

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En tanto el ser humano no logre la capacidad de desdoblarse (esto es, la capacidad extracorporal de estar en dos sitios a la vez), el costo de realizar un acto es dejar de realizar otros que, a veces, pueden ser más importantes que el primero. Ir a una fiesta y dejar los estudios, por ejemplo, o, como es el caso del ministro Urresti, atender la seguridad ciudadana en lugar de andar tuiteando.

Para el ministro Urresti, esto es un tema de legítima defensa: si lo insultan de un lado, él tiene el derecho –quién sabe si, en su marco mental, incluso el deber– de responder. Y eso es lo que vemos: a un ministro del Estado Peruano trenzándose en 140 caracteres con otros políticos.

Lo que no vemos, o dejamos de ver por el entretenimiento que esa riña virtual brinda, son los costos que asumimos los peruanos por ello. Por ejemplo, la vida de un valeroso suboficial de la Policía.

El 6 de enero, el ministro Urresti se entretenía intercambiando insultos y pullas con la Sra. Keiko Fujimori. A las 7:59 p.m., el Sr. Urresti texteaba: "Mi estimada Sra., cortinas de humo eran las que hacía Montesinos y eran tan espesas que, según su api, ni él sabía qué pasaba en el país"; a las 8:09 p.m., "Mi estimada Sra., Ud. no entiende, pero a pesar de Beca 18 no hay posibilidad q todos los jóvenes estudien en el extranjero con plata del Estado"; y a las 8:12 p.m., "Estimada Sra, que yo recuerde, el único presidente que tiró la toalla renunció por fax". Textos muy graciosos y provocativos, por cierto.

El problema es que, mientras el ministro Urresti malgastaba su tiempo en dicho afán, a las 8:10 p.m. (mientras elucubraba el siguiente pullazo) el suboficial brigadier Florentino Berrocal Montes (45) era asesinado de tres balazos por un delincuente en el Callao. Cabría precisar que este policía no contaba con chaleco antibalas. Apenas dos horas después, herían de tres balazos al suboficial PNP Eddy Juamanchumo Herrada (47) en Magdalena del Mar.

Durante la gestión del ministro Urresti se han incrementado –según cifras del INEI— casi todos los indicadores de inseguridad ciudadana: homicidios (frente a similar periodo en el 2013), estafa, robo de dinero, robo de vehículos, secuestros, extorsión, entre otros.

Al ministro Urresti y sus jefes (o quienes sean responsables de su actuar) les podrá parecer muy entretenido ese intercambio cibernético; solo habría que alertarles de que, mientras tuitea, valerosos peruanos corren con las consecuencias.