La trituradora. (GEC)
La trituradora. (GEC)

Las dudas que irresponsablemente han sembrado sobre mí unos correos oficiales de coordinación laboral, presentados como gran destape sin cotejar, revelan la realidad que enfrentan a diario los funcionarios públicos, sobre quienes la presunción es que siempre actúan fuera de ley y bajo la mesa. Ni siquiera queda claro de qué se me acusa con esos correos. De lo que no tengo duda es que seguramente hoy existe alguien realizando coordinaciones similares a las que yo tuve que hacer ocho años atrás como parte de mi trabajo. Siempre alguien cumple esa función en municipios y otras entidades estatales. ¿Qué estarán pensando ellos hoy sobre las repercusiones que sus acciones completamente legales puedan representarles en el futuro?

La consecuencia de esta cacería de brujas es que cada vez es más difícil llenar ciertos puestos claves en el Estado. No por falta de talento, claro. Sino, muchas veces, por el miedo que sienten los potenciales funcionarios sobre la posibilidad de verse envueltos en venganzas políticas, investigaciones injustificadas y campañas de difamación que luego tendrán que cargar por años.

Al gobierno de Vizcarra le tomó casi dos semanas encontrar ministros de Vivienda y Transportes porque nadie quería aceptar, pues a los funcionarios en el Perú, por defecto, se les persigue, como si todos fuesen lo mismo, licuando al Estado de gente con capacidad y compromiso. Con ese chaveteo estamos convirtiendo a los funcionarios en víctimas de batallas políticas de otras personas.

Siempre estaré dispuesto a responder todas las dudas que cualquier persona válidamente pueda tener, pero no para atender los puñales de los trolls que no pierden oportunidad para esparcir mugre. Aun así, espero que ningún funcionario público honrado tenga que pasar por una situación similar.

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