Presidente Martín Vizcarra se dirigió a pie al Congreso de la República. (Foto: Consejo de Ministros)
Presidente Martín Vizcarra se dirigió a pie al Congreso de la República. (Foto: Consejo de Ministros)

El giro en la aprobación del presidente Vizcarra es tremendo, no solo porque en menos de un mes ha recuperado 10 puntos, pasando de 39% a 49%, sino porque ha logrado detener y revertir un declive que parecía destinado a mantener la tendencia. No es que el Perú haya tomado nuevos rumbos, pero sí es un momento político significativo que deja algunas ideas para la agenda:

- Los discursos en política son elementos de apoyo. El político, en realidad, se manifiesta en sus actos, pero cuando existe coherencia entre aquellos y estos, el impacto se vuelve difícil de calcular. Vizcarra logró ese combo el fin de semana patrio por las palabras que llevó en su discurso y porque en los hechos enfrentó a quienes lo estaban subyugando. Dijo que iba a gobernar y se puso a gobernar. A pesar de que la mitad de peruanos no tiene idea de qué propuso en su mensaje de 28, la aprobación del presidente alzó vuelo.

- ¿Cómo que polarizar no le serviría al Gobierno o que había que entregarle todo a Fuerza Popular? Aquí y en todos lados, recibir golpe tras golpe sin reaccionar equivale a no gobernar. Sobre todo si ese cargamontón proviene de un sector sin respeto popular. Eso sí, el presidente ha iniciado un camino sobre el que ya no puede regresar. De retroceder, pocos se lo perdonarían y podría correr la misma suerte que PPK.

- Defender el principio de autoridad es muy distinto a desenvolverse autoritariamente. Se celebra lo primero y se rechaza lo segundo. Esa es una gran diferencia entre Vizcarra y el fujimorismo. El 14% de aprobación de Keiko es el resultado directo de haber usado más el músculo que la razón y haber instaurado insistentemente la idea de que su gente solo juega para sus intereses. Para la próxima debe escuchar al tío Ben: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.