Tregua pasajera.
Tregua pasajera.

Que los concesionarios de los corredores complementarios dieran marcha atrás en la suspensión anunciada no significa que el asunto esté solucionado. Esta es solo una tregua pasajera. El problema de fondo se mantiene: los colectivos informales siguen utilizando como si nada los corredores, recogiendo pasajeros y haciendo imposible que el sistema funcione correctamente. En simple, por falta de fiscalización, está a punto de caerse el que ha sido el único esfuerzo para ordenar el transporte en Lima.

El problema central es que los operadores pierden plata a diario porque no tienen los pasajeros que habían proyectado. El caos, la falta de fiscalización y la competencia desleal hacen que el servicio no sea bueno, así que algunas personas prefieren usar taxis, colectivos y hasta motos, incluso pagando más. La gente necesita movilizarse y no dejará de encontrar la manera de hacerlo, así que este es un círculo vicioso: mientras más colectivos informales haya, peor será el servicio formal y más personas preferirán usar a los primeros.

En 2014 se instalaron los corredores con la idea de que en los siguientes años gradualmente se retirasen los colectivos informales, lo que permitiría que las concesionarias recuperen su inversión para ampliar su flota y mejorar la calidad de servicio. Al 2019, salvo la instalación de los corredores, nada más ocurrió.

Apelar al compromiso de las concesionarias suena bien, pero si están perdiendo dinero porque la MML no cumplió su parte, ¿cuánto más se le puede pedir? Buena parte de la responsabilidad la tiene la gestión Castañeda, pero no sirve de mucho hacer leña del árbol caído. Ahora que la pelota está con la ATU, el camino es tomar al toro por las astas, declarar en emergencia el transporte de Lima y dignificar de una vez este servicio esencial.

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