El fracaso de la legalización del aborto fue recibido por desconcierto por millones de simpatizantes alrededor del mundo. En la imagen, una muchacha se lamenta en las afueras del Parlamento argentino. (Foto: AFP)
El fracaso de la legalización del aborto fue recibido por desconcierto por millones de simpatizantes alrededor del mundo. En la imagen, una muchacha se lamenta en las afueras del Parlamento argentino. (Foto: AFP)

Durante la dictadura argentina existió una política de desaparición y tortura de mujeres. A las secuestradas que se encontraban embarazadas, las mantenían vivas hasta que parieran para después entregar a los bebés recién nacidos a familias cercanas al poder. Disculpen la crudeza, pero así fue durante el gobierno de Videla. De esas historias nacen varias de las Abuelas de Plaza de Mayo, muchas de las cuales aún siguen buscando a sus nietos desaparecidos que nunca llegaron a conocer.

Imposible no recordarlo al ver a las cientos de miles de argentinas marchando con pañuelos verdes. Lo mismo cuando las peruanas toman las calles para hacerle frente a la violencia que las mata. Es verdad que ni Argentina ni Perú atraviesan hoy dictaduras o desapariciones, pero en los hechos, las mujeres siguen siendo vistas como incubadoras sin derecho. Sin capacidad de decisión sobre su cuerpo, víctimas de un Estado que ha desplazado la evidencia por dogmas. Estoy seguro de que si los hombres fuésemos los embarazados, la legalidad del aborto nunca se hubiese discutido. ¿Lo dudan?

Interrumpir voluntariamente un embarazo siempre es una situación dura, mucho más si se hace en clandestinidad. Son unos 300,000 abortos al año en Perú. La mayoría realizados a manos de mercachifles bajo el eufemismo “atraso menstrual” y la mirada cómplice de una sociedad que insiste en que este no es un asunto de salud pública.

Si el aborto no es legal, será clandestino, pero ni en Argentina ni en Perú se detendrá. La única diferencia es que quienes tengan dinero lo seguirán haciendo en lugares seguros, mientras las demás lo harán arriesgando su vida. Las más pobres siempre pierden. Purito machismo y discriminación. Los reaccionarios y sus fieles, claro, seguirán con el espíritu limpio. Como si se tratase de ellos.

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