(USI)
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Atesoro grandes recuerdos relacionados al fútbol. Uno recurrente que disfruto viene desde que tenía 6 años. Entraba por primera vez al Estadio Nacional junto a mi papá y hermano, subiendo las escaleras que conducían a esa imagen imponente de la cancha y sus pobladas tribunas.

Los nacionales de un país suelen identificarse no solo por un documento oficial de identidad, sino por vinculaciones históricas y culturales. Idiomas, festividades, comidas, música, héroes, referentes y costumbres permiten construir la identidad nacional, consolidando elementos compartidos dentro de una población diversa y plural.

Las sociedades requieren ilusiones y objetivos comunes para desarrollar. Contar con agua potable y desagüe en todos los hogares, adecuada atención de salud, educación pública de buen nivel, seguridad en las calles, administración de justicia eficiente, así como reducir la corrupción son prioridades que deben guiar nuestro derrotero estatal; sin embargo, asuntos menos relevantes pero que entusiasman a millones, como ver a Perú en un Mundial de Fútbol (nuestra última participación fue en España 1982), pueden ser una magnífica oportunidad para motivar el buen ánimo colectivo y, con ello, mirar con más optimismo las tremendas tareas pendientes que tenemos como país.

En lo que va del siglo XXI, a pesar de grandes problemas que no hemos podido superar, Perú ha logrado avances notables en términos económicos y democráticos, pero nos hacen falta celebraciones conjuntas, esas alegrías de fiesta que no resolverán los principales problemas nacionales, pero que permitirán –aunque sea por algunas horas– que podamos soñar con lo mismo, preocuparnos por lo mismo y aplaudir lo mismo.

Hoy veré el partido con amigos, con los que, desde alguna tribuna o frente al televisor, hemos alentado a la selección desde que éramos escolares de secundaria y se jugaba la clasificación para Francia 98. Tenemos visiones políticas distintas, trabajos diferentes, rutinas dispares, pero cuando nos encontramos antes de un partido, nos abrazamos y gritamos juntos: “¡Vamos, Perú!”.