Daniel Urresti enfrenta el pedido de 25 años de cárcel. (Foto: Renzo Salazar)
Daniel Urresti enfrenta el pedido de 25 años de cárcel. (Foto: Renzo Salazar)

Algunos obtienen justicia, otros no. Tal es el caso de los deudos del periodista Hugo Bustíos, asesinado a manos de malos miembros del Ejército, el 24 de noviembre de 1988, cuando cumplía sus labores como corresponsal en su natal Ayacucho, y ello nos ha generado dolor e indignación.

Daniel Urresti fue absuelto anoche de los cargos de coautoría en este crimen calificado como de lesa humanidad y se libró de la pena de 25 años que el Ministerio Público pedía para él. Con esto sigue adelante su participación en las elecciones municipales de este domingo.

El equipo periodístico de Perú21 lamenta y condena que, treinta años después, aún no se encuentre justicia plena para el cruel asesinato de quien fue nuestro colega Hugo Bustíos que, hasta su salvaje muerte, era corresponsal de la revista Caretas en las desangradas tierras ayacuchanas.

Como hemos señalado en nuestros informes periodísticos, los testimonios señalan que Urresti formó parte de la patrulla que primero disparó a Bustíos y luego, al escuchar sus lamentos, lo hizo explotar con una granada.

El ex ministro del Interior, ex candidato presidencial del nacionalismo y hoy aspirante a la Alcaldía de Lima era por 1988 jefe de Inteligencia en la base de Castropampa, en Huanta. De la misma época data la acusación de violación que le hiciera la testigo clave de la muerte de Bustíos, la señora Ysabel Rodríguez Chipana, quien declaró que fue precisamente desde su casa que le dispararon al periodista. Su testimonio y el haber acusado a Urresti por violarla dos veces le valieron que el ex militar la descalificara como terrorista.

Bustíos iba con otro reportero, en motocicleta, rumbo al centro poblado de Erapata, a cubrir un asesinato perpetrado por Sendero Luminoso. Su misión era periodística. Reportaba lo que sucedía en la convulsionada zona en medio de la guerra contra el terrorismo.

Los periodistas no solemos ser del agrado de las autoridades y de los que se sienten poderosos. No somos sus relacionistas públicos, no nos limitamos a reproducir lo que nos dicen. Indagamos hasta el cansancio y dudamos siempre en búsqueda de lo que se nos quiere ocultar o de las injusticias y abusos que se quieren tapar.

El asesinato de un periodista no es cualquier cosa. Siempre es para ocultar algo. Tengamos presente eso.