Ticlio Chico
Ticlio Chico

Aunque en Ticlio Chico todo siempre está húmedo, la mayoría de sus casas no tiene acceso a agua potable ni desagüe. La humedad en el ambiente bordea el 100%. Se respira agua, pero conseguir la necesaria para tomar y cocinar exige caminar un buen trecho cerro abajo y pagar hasta seis veces más de lo que le cuesta a un limeño que sí está conectado a la red de Sedapal.

Ticlio Chico no está a 5,000 metros de altura ni en un lugar de difícil acceso. Es Villa María del Triunfo. Está casi al nivel del mar, muy cerca de la modernidad y comodidad urbana, por eso el contraste es tan radical. La zona grafica muy bien la desigualdad brutal de una capital en la que más de 1 millón 200 mil personas viven con menos de S/338 al mes.

Ayer, estuvo allí el ministro de Defensa; recientemente algún congresista; antes, una ministra del Midis; y, todos los años, el Ministerio de Salud. La ayuda y abrigo que llevan son necesarios y salvan vidas, pues las enfermedades respiratorias tan frecuentes en la zona matan. Pero es la misma reacción tardía de siempre. Es la eterna política de la caridad y de la apariencia, no la de la solución real.

La gente no vive en la precariedad porque quiere. Uno no elige vivir en casitas de techo de calamina que no aíslan el frío porque sí, menos la pobreza. Esto suele ser, más bien, consecuencia de la ausencia de políticas claras y sostenidas que cambien esas realidades. Vivienda popular o sistemas de saneamiento subsidiados son un par de ideas. No tenerlos es el resultado de darle tanto espacio a quienes repiten en automático que el chorreo y el mercado con mínima presencia estatal son el camino seguro para cambiar todo. La OCDE es la utopía. Mientras tanto, en Ticlio Chico, una nueva generación sigue a la espera.

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