Tía María (GEC)
Tía María (GEC)

El adelanto de elecciones propuesto por el presidente Martín Vizcarra no ha de devastar la economía, como sugirieron sus más desaforados detractores. Ni siquiera se puede atribuir con certeza la caída de la bolsa (también exagerada) del día útil siguiente a su anuncio. Como ha subrayado SEMANAeconómica en su artículo de portada y en su editorial, otros factores –sobre todo externos, y en particular la guerra comercial– explican en mayor medida este enfriamiento.

Empero, las acciones u omisiones del Gobierno –y en general de la política peruana– no son tampoco inocuas para el clima económico. Así, el lamentable panorama que se observa en el sur del Perú a raíz de la oposición delincuencial –llamarla ‘social’ sería un engañoso eufemismo– al proyecto minero Tía María dejará en el mediano y largo plazo muchas más secuelas que lamentar de las que el atribulado gobierno vizcarrista parece estar considerando.

En minería hay proyectos nuevos, proyectos en marcha y proyectos futuros. Si los nuevos, listos para salir como Tía María, se detienen por la oposición matonesca de autoridades locales, azuzando el vandalismo a pesar de haberse cumplido las leyes (quien diga que aprobar un EIA es cosa fácil no sabe de lo que habla), podemos ir olvidando los futuros: ¿quién se animaría a explorarlos? Y sobre los que están en marcha, el paro actual obstaculiza la operación de varias minas, y ya se anuncian cierres (por factores geológicos y de clima de negocios).

Creer que el Perú puede terminar de salir de la pobreza sin minería es no entender el principio de no contradicción aristotélico. La riqueza no se obtiene por generación espontánea. Hay que crearla, a partir de los recursos disponibles, como los minerales. Lo demás es floro.