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Redacción PERÚ21

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Carlos Meléndez,Persiana AmericanaLa aprobación presidencial se resiente cuando los ministros se embarcan en un submarino que, como burbuja impenetrable, los aísla del exterior. Como en la canción de Paul McCartney, la reclusión los conduce a un mundo alucinado e idílico, sin asideros con una realidad cruel. Máxime cuando el capitán se fía de controles automáticos.

Tres problemas acusan la debilidad del gabinete más tecnocrático de la historia: conflicto de intereses, presiones sociales e ineficiencia. Recientes informes periodísticos de esta casa dan cuentas de la influencia inapropiada de Cornejo durante su encargo de la cartera de Vivienda en su asociación con la corporación Helios. El fin de semana, Cuarto Poder reveló que Mayorga, responsable de Energía, pertenecía como consultor a un estudio de abogados en disputa con el Estado.

Mientras tanto, Saavedra y De Habich enfrentan presiones gremiales. Ayer el magisterio realizó un paro preventivo para exigir soluciones salariales que amenaza en escalar a huelga indefinida. Los gremios médicos, por su parte, anuncian una huelga en mayo y no desaprovechan cualquiera tema polémico para golpear a la gestión. (No se descartan intereses políticos detrás de estas medidas de lucha, como Saavedra presume respecto a Patria Roja en el SUTEP). Finalmente, los sectores de Interior y de Defensa sufren la ineficiencia de sus políticas.

Con tantos flancos a la vez, la oposición tiene más posibilidades de menoscabar al Ejecutivo, el cual no sobrepasará el 30% de aprobación durante este año de perpetuar sus deficiencias y su adolescencia proactiva.

La inmersión submarina del gabinete abre flancos capitalizables por la oposición y deteriora la aprobación presidencial.