(USI)
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La entrevista que dio el ministro de educación en Cuarto poder el domingo en la noche lo mostró atrapado entre un gobierno frágil y la arremetida conservadora. Puede que esos textos escolares con datos sesgados sean una papa caliente heredada, pero eso no exime al gobierno y al Minedu de tener una postura mucho más sólida.

Que en un aula se debatan enfoques contrapuestos puede ser muy favorable para los alumnos. Es una estrategia conocida para propiciar un pensamiento crítico y autónomo. Sin embargo, este asunto está lejos de eso.

Los textos reflejan una sumisión a las posturas negacionistas de la historia y a los fanatismos religiosos que buscan moldear identidades y recortar libertades. Lo de pensamiento crítico aquí es un simple rótulo.

¿Cómo se van a obviar las violaciones cometidas y reconocidas por las FF.AA. entre 1980 y 2000? ¿Barrios Altos y La Cantuta no son parte de nuestra historia? ¿Cómo así el sexo “es una gracia de Dios para que lo compartan el hombre y la mujer dentro del santo sacramento del matrimonio y colaborar con Dios en la procreación de hijos. Ningún amor verdadero nos presionaría para que hagamos algo que es inmoral”?

Este es el resultado de someter ante unos pocos partidos políticos los textos escolares, como si no hicieran lo imposible para utilizar la oportunidad para sus fines políticos. Es evidente el sesgo que termina primando.

El Minedu debe asegurar que los textos escolares sean elaborados por pedagogos y los especialistas correspondientes. También debe cerrar el paso a las iglesias expansionistas que no diferencian lo público de lo privado, así como a los negacionismos que hacen esfuerzos insolentes para reescribir la historia. Al no hacerlo, abdica a su trabajo de velar por la educación del país.

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