(Renzo Salazar)
(Renzo Salazar)

Este jueves, una ley –que había sido ya aprobada en la Comisión Permanente del Congreso– levantó el polvo y generó un escándalo en cuestión de horas. El Poder Legislativo había creado una situación que permitiría a las empresas contratar a jóvenes estudiantes de carreras técnicas de manera gratuita. Por más inverosímil que parecía, los titulares de todos los medios confirmaban que era cierto. Casi todos los partidos políticos se mostraron indignados y en contra. Se tildó a la iniciativa de esclavista. Así, la ley se fue directo a la congeladora.

El tema de fondo es amplio: es poco afortunado que la ley abra una oportunidad para que se desarrolle una práctica laboral no remunerada. No solo porque alinea los incentivos para la formalidad de la peor forma posible, sino porque permitiría que quienes quieran abusar de sus trabajadores más jóvenes tengan la cobija de esta casi ley. Ahora: más allá de las decenas de argumentos que ya se han enfilado en contra de esta propuesta, me parece increíble lo estridentes que podemos llegar a ser con tal de dar una opinión apenas se pueda.

La ley atenta contra la Constitución y expone a los jóvenes que estudian en institutos. Pero es una ley que fue aprobada por unanimidad en el Congreso. En el Parlamento están representadas todas las fuerzas políticas que se han empachado diciendo de todo en contra de la propuesta. Además, una cosa es indicar que la ley no logrará los objetivos que se plantea y otra –muy distinta– es que sea una ley esclavista. Y ese es el término que se ha utilizado: “esclavista”. A esto, los defensores del proyecto han tildado a la crítica de “terrorista”.

Aquí no pretendo, naturalmente, defender una propuesta que es –a todas luces– más problemática que otra cosa. Pero sí creo que es necesario llamar la atención sobre lo lejos de la realidad en donde empiezan nuestros debates. ¿No es una cabronada andar hablando de esclavistas y terroristas a estas alturas del partido? ¿No tendríamos que ser un poco más respetuosos de nuestra historia y de lo que estas palabras significan? Porque este nivel de polarización hace imposible respetar a quien tiene una posición distinta: nadie puede respetar a un terrorista. Nadie podrá, tampoco, respetar a un esclavista. Así que creo que haríamos bien quienes opinamos en profundizar un poco más, que es lo mínimo que le debemos a quienes nos leen.